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Deo permaneció en el mismo sitio viendo partir a Faina, por un instante estuvo tentado de dar un paso y seguirla

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Deo permaneció en el mismo sitio viendo partir a Faina, por un instante estuvo tentado de dar un paso y seguirla. La miró cruzar una puerta y cuando ésta se cerró, se entristeció al convencerse que jamás la volvería a ver otra vez. Se percibió egoísta de aquel pensamiento. Invitarla a salir no era una grandiosa idea dada la circunstancia que la tenía preocupada, pensó.

Retomó el camino que pausó sin problema al encontrarse con Faina.

Su familia era religiosa, durante toda su vida le inculcaron sus creencias sobre los seres espirituales a los que nombraban Santos y al no existir una forma física en la que pudiera hacer algo para ayudar a Faina, oró por la salud de Dolores.

—¿Por qué tardaste tanto, Deo? —preguntó su madre en un tono muy bajo, procurando no llamar la atención.

—Había una fila muy larga —mintió entregándoles los resultados a sus padres.

No le agradaba mentir, sentía que traicionaba a sus progenitores. Podía imaginarse la expresión de decepción que harían si lo descubrieran y eso le inquietaba.

Además, ¿merecía ocultar con quien conversaba? se cuestionó.

El resto de la mañana estuvo desanimado. Más tarde no lograba concentrarse en las asignaciones pendientes porque su mente era invadida por una mirada profunda y una cabellera negra.

Se negaba a creer que no coincidiría con ella en otras ocasiones, no obstante, nada estaba a su favor; apenas sabía algo de ella.

—El próximo entrenamiento será en la cancha a la que fuimos anteriormente, vamos a jugar amistosamente con otro equipo —les notificó.

De aquel lugar, esperaba encontrarse con Faina por casualidad como sucedió una vez.

¿Ella merecía tenerlo cerca? se preguntó.

Llegó más temprano que todos. Por la falta de sombra en las gradas, se sentó sobre una roca al lado de un árbol. Vio a detalle a cada persona que cruzaba por el perímetro a su alcance.

Ninguno era Faina, ninguno era Rayco.

Durante el partido siguió atento, esperando verla o saber algo de ella. La desconcentración y la falta de comunicación los llevó a perder, y pese a que se trataba de un juego amistoso, el equipo se molestó.

Agradeció que su madre no fuera apasionada del deporte y que la mayor parte del tiempo estuviera ocupada en asuntos de trabajo, así no se percató de lo sucedido y el descontento de todos.

De camino a casa, Deo se excusó con que el enfrentamiento estuvo muy reñido, sólo debían practicar más y mejorar técnicas.

Supo que había metido la pata y muy feo, esperaba que el equipo no se desmotivará.

Supo que había metido la pata y muy feo, esperaba que el equipo no se desmotivará

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Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora