Hay momentos en la vida que nunca entenderemos por qué nos ocurren, como: ¿por qué perdí mi suéter favorito? ¿por qué se cayó mi comida al suelo? ¿por qué el semáforo tardó tanto en cambiar? ¿por qué el chofer del autobús no me esperó si estaba apre...
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Seguí el camino detrás de la barra, no había ni un movimiento.
Pensé que se trataba de una broma y esperé que en cualquier momento brincará un empleado con una careta de payaso y gritará "buh". No ocurrió en los primeros cinco segundos, así que me adentre más al cuarto donde no pueden acceder los clientes.
Centré mi atención en las botellas que están regadas por cada rincón de la pared. Había miles y miles de todo tipo.
Mi boca se saborea tanto. Sin embargo, el antojo se desvanece rápido por una razón.
Frunzo el ceño al sentir un aroma diferente. El cambio fue repentino. No era alcohol, pese a que me encontraba en un cuarto lleno de exageradas cantidades de ello.
Era un olor salado y al mismo tiempo era fresco.
Una cabellera abundante apareció de pronto al final del pasillo y se giró directo en mi dirección. Casi me iba corriendo. Apareció de la nada, lo juro.
—¿Qué haces tú aquí? —usó un tono acusatorio para dirigirse a mi persona. Del susto, me quedé paralizado, por lo que no respondí pronto ni de manera coherente.
—¿Eh? —exclamé confundido, extrañamente otra vez empecé a sentirme mareado.
—¿Por qué estás aquí adentro?
—¿Trabajas aquí? —era maleducado de mi parte asumirlo cuando además, no portaba un uniforme.
—No, pero...
—¿No eres mesera? —pregunté sólo por confirmar.
Movió la cabeza a los lados, negando.
—Bueno, ¿Entonces por qué me reclamas si tú tampoco tienes nada que hacer aquí? Roba, haz lo que quieras. Yo voy a fingir demencia y seguiré buscando un empleado que me atienda.
—¡Oye, pero vete!
—No voy a interrumpir tu atraco, descuida.
—¡Que no puedes estar aquí! —y dale con lo mismo.
Que mujer tan necia. ¡Todas lo son! ¿Por qué tienen que serlo?
—Y tú tampoco —doy media vuelta, quedando en su dirección—. Las damas primero —le señalo la salida y espero a que salga.
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