Volví a no entender nada de lo que estaba ocurriendo. Entre más hablaba, más confusión me creaba.
—¿Te parece si nos devolvemos al inicio? ¿Empezamos con un saludo y luego nombramos en voz alta nuestros nombres?
—Solía trabajar aquí, duré mucho tiempo y solo hice amistad con un compañero, media amistad —se corrigió—, entré a buscarlo, no sé por qué, pero tenía la esperanza de que él pudiera ayudarme.
—¿Por qué evades la pregunta sobre cuál es tu nombre?
—Me metí hasta el almacén del bar solo para encontrarlo, lo raro era que no había nadie.
—¿Y luego...? —pregunté ya rendido.
—Hasta que apareciste tú.
—¿Intentas incriminarme por ello?
Un escalofrío me puso la piel de punta. Exhale profundo girando a la calle, de verdad tenía un sentimiento raro sobre lo que me estaba contando.
—¿Qué hacías ahí dentro, eh?
—¿Lo olvidaste? —ante su silencio, aclaré—: no había nadie que me atendiera, así que me metí por ahí a buscar a un empleado, no tengo paciencia. Ahora que recuerdo, debo una botella, gracias a ti.
—La que está borracha no soy yo. No me culpes a mí.
«Mmm...» digo con los labios pegados.
—Te crees muy lista, pero estás aquí, con un borracho desconocido que puede hacerte daño.
—Mi nombre no es lo más importante.
—¿Cómo no lo es? ¡Es la parte más importante de tu historia!
—Hay muchas personas con el mismo nombre en todo el mundo. Eso no me hace especial.
—Mi madre murió a los años de tener a mi hermana menor, se colocó un método anticonceptivo que por negligencia, los médicos no supieron que no iba con ella y que solo le estaba causando un enorme quiste que le quitaría la vida más tarde. Ningún Agni ha pasado por ello como yo. Cuando cuente mi historia, lo acompañaran de mi nombre por que así me identifican.
—Todos tenemos una vida o un final trágico, ¿de verdad crees que un nombre es importante?
—Soy Agni, el que tenía un perro que amo mucho y su nombre era Kala, el que tiene una hermana menor que es una artista con la pintura de pies a cabeza...
—El que metió la pata en el amor, pero se equivocó de charco. Sí, eres ese, Agni.
—¿Qué?
Ella asintió, como si me conociera de siempre. Como si hubiera sido un fantasmita que me acompañó toda mi vida, y decidió esa noche presentarse ante a mí.
Presentarse a medias.
Noté como sus ojos brillaban con intensidad opaca. Era un destello aferrado a salir, arriesgándose incluso a quedarse sin brillo.
Tuve la libertad de haberme ido, pero por alguna razón no quería alejarme de ella. Además, necesitaba muchas explicaciones.
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Días nublados
Short StoryHay momentos en la vida que nunca entenderemos por qué nos ocurren, como: ¿por qué perdí mi suéter favorito? ¿por qué se cayó mi comida al suelo? ¿por qué el semáforo tardó tanto en cambiar? ¿por qué el chofer del autobús no me esperó si estaba apre...