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Cecilia utilizó sus nudillos para tocar la puerta de la vecina que habitaba la casa detrás de la suya

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Cecilia utilizó sus nudillos para tocar la puerta de la vecina que habitaba la casa detrás de la suya. La mujer abrió, primero sorprendida por que llamaran a la puerta que daba al patio de su casa, un área privada, segundo por encontrarse a dos adolescentes siguiendo a Cecilia. Por la falta de un cerco o una barda en el patio de ambos terrenos es que pudieron cruzar. Menos sal se llevaban bien.

—Buenos días. ¿Se te ofrece algo, Ceci?

—Ay, hola. Lamento molestarte tan temprano y por cruzarnos así, no te lo pediría de no ser muy necesario. ¿Puedes dejarnos salir a la calle por aquí?

—¿Qué pasa? ¿Sucede algo por tu calle? —preguntó abriendo la puerta.

—Sí, nos vemos obligados a no pasar por ahí. Ya te lo explicaré luego, muchas gracias, nos vamos a retirar por que tenemos prisa.

A la par, Faina y Deo agradecieron a la señora por su buen acto. Salieron y tomaron un rumbo alejado de la casa de Faina.

—Firmé el contrato justo al día siguiente de mi cumpleaños.

El abogado asintió lentamente.

—El salario es excelente para los requisitos, la vivienda también es buena... El inconveniente es que el trabajo es nocturno, eso significa que el menor pasaría las noches solo y sin seguridad y no es lo apropiado en la ubicación donde se encuentran.

—El dueño tiene un restaurante de día, le pediré que me falsifique un documento donde avale que trabajo por las mañanas...

—El salario no va a concordar.

—Le pediré que lo reduzca lo más necesario.

—Van a investigarte, necesitarás estar trabajando ahí.

—Le pediré un cambio, no importa.

Deo se desconecto de la conversación y prendió su celular, bajó el volumen creyendo que entrarían miles de notificaciones de llamadas perdidas y mensajes, sin embargo, solo hubo uno con un tiempo de tres horas desde que fue enviado.

—Espero que lo consigas y que sea pronto.

«Si no vuelves a casa en cuatro horas, vamos a llamar a la policía y diremos que tu amiga te secuestro. Si quiere recuperar a su hermano, eso no le beneficiará. Tú sabes».

Deo se puso de pie, atrayendo la atención de todos.

—Faina, voy a irme solo por ahora —besó en su frente—. Regresaré en cuanto pueda —prometió y salió de la oficina, llamó a su madre pidiéndole que no hiciera locuras.  

Solo cuatro capítulos nos separan del final

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Solo cuatro capítulos nos separan del final. 

Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora