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Faina restregaba una servilleta sobre su camisa blanca y luego por el muslo en su pantalón negro, tratando de secar tanto como le era posible la Margarita que le derramaron por accidente

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Faina restregaba una servilleta sobre su camisa blanca y luego por el muslo en su pantalón negro, tratando de secar tanto como le era posible la Margarita que le derramaron por accidente.

Era común que regresará a casa perfumada de bebidas.

—He estado practicando en mi pie y en... —Leo se acerca dejando una bandeja de destreza sobre la barra y va llenándola con caballitos tequileros.

—¿En tu pie? ¿No te causa cosquillas? —preguntó asombrada tirando la servilleta desecha a la basura.

Leo negó.

Faina se acercó a la barra y atendió a un cliente.

—Estos zapatos ya me están matando —dijo quejosa cuando quedaron relativamente solos.

—Ya deberías comprarte otros —aconsejo su compañero.

—Lo sé, lo sé.

Leonardo sacudió su cabello chino para acomodarlo. Levantó la bandeja y estaba listo para ise, dio media vuelta.

—Oye, Bella, ¿no quieres dejarme practicar contigo? —preguntó girándose.

Faina clavó la mirada en la barra, con miedo de darle la cara a Leonardo. No sabría cómo negarse.

—No sé, nunca he pensado hacerme un tatuaje —era mentira, si lo pensó en algún momento, solo le daba miedo la poca práctica de su compañero.

«¿Y si le dejaba un mal recuerdo por el resto de su vida marcado en la piel?» se aferró así misma a negar la oferta.

Repaso el collage de dibujos de su antebrazo que él mismo realizó. No podía negar que no eran malos.

—¿Confías en mí? —preguntó dejándose caer en la silla.

Faina observó con cautela la habitación, no tenía nada de especial. Las paredes estaban pintadas de un verde esmeralda, contaba con dos sillas, lo que parecía una mesa con colchón, un mueble donde Leonardo guardaba sus instrumentos y una lámpara.

—La verdad es que no —suspiró profundo, cerró los ojos y dejó ser a su compañero de trabajo.

Pasó el resto de su tiempo viendo su muñeca adornada con la silueta de dos aves.

Cada vez que sentía que perdía el piso, solo necesitaba ver su tatuaje y recordar que tenía que extender sus alas por ellos si quería seguir protegiéndolos. 

Un capítulo muuuuy corto

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Un capítulo muuuuy corto... en realidad todos debían ser así... pero he querido extender las escenas y bueno, entrar más en detalles. Pero en este, no había necesidad de más. Espero lo hayan disfrutado <3

Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora