2.10

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Permanecí en silencio, enternecido de su historia y de la razón por la que no exponía su nombre

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Permanecí en silencio, enternecido de su historia y de la razón por la que no exponía su nombre.

De repente la puerta se abrió, sacándome de mi ensoñación. Uno de los guardias de seguridad asomó su cabeza pelona.

—Le voy a pedir de manera amable que se retire de aquí, no puede estar en este lugar —el hombre solo me miraba fijamente a mí.

«¿Y qué hay de ella?» pensé en su momento.

—Disculpa, salí a fumar, pero ya ingresaré.

—Vamos —dice la chica poniéndose de pie.

Fui detrás de ella y el hombre cierra con llave la puerta a mi salida.

—Gracias por comprender, ¿quiere que le ayude en algo?

Negué con la cabeza.

—Vamos a la barra y después busquemos un lugar libre —le dije a la desconocida y fue su turno de seguirme.

Pedí una botella de agua para ella y sólo tragos para mí.

Justo en una esquina, la mesa era solo nuestra.

—No entiendo, como perdiste a Rayco.

Pone sobre la mesa su mano y observa su muñeca, cuando me lo cuenta, me da más tristeza su historia. 

 

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Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora