«¿Te parece bien a las dos p.m.?».
«Sí» respondió Faina un poco más lento de lo común dado que no lograba adaptarse a escribir rápido.
Por el momento, las emergencias que le surgían para necesitar del celular era escribirle a Deo y preguntarle cómo estaba.
Él sonreía cada vez que la notificación de sus mensajes aparecía en el suyo.
Ella lo esperaba lista, siempre estaba lista a tiempo y él llamaba a la puerta a la hora acordada.
—¿Crees que le gusten? —preguntó Faina observando el ramo de flores de papel naranja que hizo con instrucciones de su abuela.
—Le van a encantar.
Las puertas del cementerio estaban abiertas para recibirlos.
Faina caminó con mucho cuidado, procurando no pisar ninguna lápida. Le daba mucha angustia incomodar el espacio de descanso eterno de los fallecidos.
—En una semana se cumplirá otro año de su muerte y como cada aniversario, mis padres realizan una ceremonia en su honor. No me agradan, todos me dan su pésame y repiten las mismas palabras una y otra... vez —cayó de rodillas.
Faina colocó su mano en su hombro.
—En un gusto, Eloína —se colocó de cuclillas al lado de Deo—. Apenas tu hermano se ha dignado a presentarnos.
Deo, en estado melancólico, se rio.
ESTÁS LEYENDO
Días nublados
Short StoryHay momentos en la vida que nunca entenderemos por qué nos ocurren, como: ¿por qué perdí mi suéter favorito? ¿por qué se cayó mi comida al suelo? ¿por qué el semáforo tardó tanto en cambiar? ¿por qué el chofer del autobús no me esperó si estaba apre...