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—Estamos buscando a tu madre

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—Estamos buscando a tu madre.

—¿Mi madre? ¿Quienes son ustedes?

Había leído los logos de sus camisas, pero prefería hacerse la ignorante y no apresurarse a imaginar conclusiones equivocadas.

—Hemos recibido el reporte de dos menores que se encuentran sin tutores.

—Se equivoca, no es aquí —la intención de sus palabras era dejarles en claro que no tenían nada qué hacer allí y que debían despedirse y posteriormente retirarse. Pese a que se tratase de una gran medida.

Ellos no necesitaban a nadie. Solos podían estar bien, en familia, mientras se tuvieran el uno al otro por siempre.

—Recientemente hubo un llamado de emergencias solicitando una ambulancia, trasladaron a una persona adulta que era acompañada solo por una menor. ¿No es usted?

—No —respondió nerviosa y dio por finalizada la conversación.

—Nos proporcionaron esta dirección —el pie de la mujer impidió que la puerta se cerrará.

La situación comenzaba a irritarla y a ponerla nerviosa.

—Se han equivocado. Aquí sí tenemos un adulto a cargo, mi madre está trabajando, no me permite abrir la puerta a gente que no conozco.

—¿Puede proporcionarnos el nombre de la madre? —preguntó el hombre, quien hacía lo posible por ver el rostro de Faina mientras esta trataba de no asomarse y se resistía a dejar de empujar la madera.

La joven dio el nombre de su madre, pero el segundo apellido lo proporcionó erróneamente.

El hombre lo repitió para preguntar:

—¿Es correcto?

—Sí y sí me disculpan, tengo que alistarme para ir a clases —Faina intentó, de nuevo, poner la barrera segura de por medio.

—Investigaremos si la información es verídica, que tenga buen día, señorita.

La señora movió su pie y Faina les cerró la puerta en la cara sin despedirse.

Dio vueltas en la cocina, sin saber que podría suceder si se enteran que no tienen un tutor. ¿La separarían de Rayco? No, les darían mucha importancia y al gobierno de su país no le importa nada.

Se asomó por la ventana discretamente, vio al dúo subir a una camioneta y permanecieron ahí. A Faina le impacientó que no se movieran.

Por si las dudas, fue a buscar su uniforme, del cual por suerte no boto a la basura y le quedaba flojo, se arregló el cabello y lavó su rostro. Un pequeño problema se hizo presente: no tenía mochila, la antigua era usada por Rayco, quien tuvo que sustituirla luego de que su madre robara la suya.

Recordó a tiempo una, pero que estaba muy rota, de algo debía servir. Espero que fuera hora para recoger a Rayco de clases y al salir, el auto no estaba, lo que le fue un alivio.

Se llevó a su hermano a pasear por la ciudad, lugares en los que pudieran deambular sin costo. Evitando así, volver a casa ese día.

 Evitando así, volver a casa ese día

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8 capítulos para llegar al final. Buen viaje. 

Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora