2.14

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—Es hora de irme

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—Es hora de irme.

—¿Irte? —pregunté con la voz rasposa, mi garganta dolía.

—Sí, se hace tarde —susurró.

—¿Volverás?

Mi mano se aferró a una suave y esponjosa tela, centrándose en ella con extraña frustración.

—No prometo nada. Cuídate, ¿De acuerdo?

Con dificultad, asentí. No podía abrir mis ojos, pesaban. Mi cabeza dolía. Y ese aroma a olas frescas volvió.

—Volverás a ver los días despejados cuando haya cumplido mi parte.

Esa voz era hermosa.

—Adiós, Faina.

Unos fríos pero a la vez cálidos labios, se posaron en mi mejilla, dejando un beso.

—Adiós... —su voz fue un murmullo lejano.

 —su voz fue un murmullo lejano

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Final de la parte 2

Final de la parte 2

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Días nubladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora