—Es hora de irme.
—¿Irte? —pregunté con la voz rasposa, mi garganta dolía.
—Sí, se hace tarde —susurró.
—¿Volverás?
Mi mano se aferró a una suave y esponjosa tela, centrándose en ella con extraña frustración.
—No prometo nada. Cuídate, ¿De acuerdo?
Con dificultad, asentí. No podía abrir mis ojos, pesaban. Mi cabeza dolía. Y ese aroma a olas frescas volvió.
—Volverás a ver los días despejados cuando haya cumplido mi parte.
Esa voz era hermosa.
—Adiós, Faina.
Unos fríos pero a la vez cálidos labios, se posaron en mi mejilla, dejando un beso.
—Adiós... —su voz fue un murmullo lejano.
Final de la parte 2
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Días nublados
Short StoryHay momentos en la vida que nunca entenderemos por qué nos ocurren, como: ¿por qué perdí mi suéter favorito? ¿por qué se cayó mi comida al suelo? ¿por qué el semáforo tardó tanto en cambiar? ¿por qué el chofer del autobús no me esperó si estaba apre...