Capítulo 4

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Aquella quien inició todo

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Ahora más que nunca se sentía sola, asustada y nerviosa, simplemente asentada en aquella vivienda que había hecho suya hace bastantes meses atrás. No había salido mucho más que para conseguir lo poco que podía para comer, además de tomar aire cuando se abrumaba totalmente de las polvosas paredes; y vaya que al inicio había sido difícil acostumbrarse a no tener compañía, pero lo había superado temporalmente gracias a sus amigos... Amigos los cuales ahora la odiaban.

¿Era tan difícil hacerse escuchar?... ¿Demostrar que ella no tenía la culpa?... ¿O tal vez sí la tenía?... Ni siquiera sabía lo que había sucedido verdaderamente ese día en el laboratorio, ni tampoco tenía conocimiento de lo que pasaría después, tal vez no podía ayudar a sus amigos por más que ella quisiera.
Por su parte, sabía que sólo era cuestión de tiempo para que aquella gema que tenía fuera puesta en búsqueda... Sabía que era importante para ciertas personas... Que debía esperar a... 

—¡Ugh! ¡Estupida mente! Solo cállate…

Eilen se encontraba recostada en su improvisada y pobre cama, si es que a eso se le podía llamar así; ésta estaba conformada solo por unas sábanas y cobijas sobre el suelo sucio, bastante incómodo y sucio para descansar pero era lo que tenía.

La oji avellana, en su estado de sumisión ante sus recuerdos, observaba el desgastado techo de aquella casa abandonada, acariciando inconscientemente con su diestra la pulsera gris con azul que llevaba escondida bajo la manga larga de su playera blanca. Solo se encargaba de pensar, y tal vez lo estaba haciendo de más.

Tapó su rostro con sus manos debido a la frustración que sentía, no quería estar sola de nuevo, pero, ¿qué más le quedaba?, era tal y como si estuviera una montaña rusa de emociones que solo lograban confundirla más de lo que estaba. Ella quería ver a los del grupo mayor y explicarles toda la verdad, pero temía que no le creyeran, o que de nuevo al pararse frente a ellos ni siquiera pudiera formular una palabra y todo su cuerpo se congelara cual si fuera una estatua. 

Sin embargo, al mismo tiempo deseaba pasar tiempo juntos otra vez, haciendo tonterías junto a David y Lucas, charlando con Roly y Evan, viendo a Alexander tocar la guitarra, o a los hermanos bromeando mientras peleaban, pero, sobre todo, también deseaba regresar a la normalidad, con aquel otro par que de igual forma extrañaba... 

«¿Dónde estarán ellos?... »

Sentía sus párpados pesados pero no quería dormir, había pasado la mayoría de su tiempo diurno haciendo eso para olvidar su hambre o sus pesares, sabía que no era bueno hacer eso, pero ahora, parecía que a partir de ese día que los habían lastimado, nada de lo que hiciera se pondría en su favor nunca más. 

Cuando retiró sus manos de su rostro y las miró al frente de sí por un microsegundo, se llevó una inesperada vista que le hizo incorporarse de pie rápidamente en su sitio, observando con terror aquella parte de su cuerpo: Bajando por la punta de sus dedos hasta la mitad del dorso y la palma se encontraba un profundo color negro, grecas oscuras recorrían como venas su piel. Sumado a ello, pequeños fragmentos del mismo color flotaban a su alrededor, rompiendo cualquier ley que ella conociera sobre la realidad.

—¿Qué es esto? — Susurró para ella misma

Se remangó torpemente hasta la mitad del antebrazo para poder observar bien, la cosa oscura subía lentamente, cubriendo cada vez más zonas de su piel con aquellas "líneas" negras. 

De pronto, éstas se propagaron más rápido hacía arriba, pasando por su muñeca, sus brazos, cada vez alterando más y más a los nervios a la joven, quien pudo apreciar a la perfección como aquella "mancha" ascendía hasta arriba del codo, mientras ella temblaba y daba pasos torpes por la habitación, a pesar de todo no podía hacer nada por huir, pues la amenaza estaba sobre su propio cuerpo.

Experimento CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora