Capítulo 78

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Encuentros

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Era una batalla desigualada: un poder que quemaba todo a su paso contra uno que era débil y susceptible al fuego.
Cada vez que Lucas se creía a punto de capturar a su enemigo, este lo tomaba por sorpresa con algún movimiento, ataque o cremación de sus ramas. Ese séptimo intento no sería la excepción. El tallo que había usado en un inicio para tratar de atraer al pirómano, fue robado por el mismo y usado a su favor. Lo siguiente que supo era que el puñetazo ajeno había conectado con su rostro, y que ahora estaba en el suelo con el sabor de la sangre en su boca.

—Si no te molesta…

El contrario se veía victorioso, hasta que tuvo que dar un paso atrás para evitar una llamarada que arribaba desde su derecha. Ambas miradas giraron, encontrando a Zack de pie y con sus manos soportando un incendio en ellas.

—Aléjate

—Tú también quieres, huh.

Usó una mano para lanzar una ola de fuego sobre Lucas, quien se protegió a duras penas con una gruesa barrera de troncos, obligado a estar en un segundo plano de la pelea.

Ambos tipos de fuego volvieron a chocar entre sí por presión de Zack. Su resistencia no era la misma que cuando habían empezado, y a pesar de haber recibido la bendición de los aspersores contra incendios, no había sido suficiente para revitalizar su debilitado cuerpo. Cada acción la sentía nublada.
Gracias a las cualidades de la bodega, el ambiente no se calentaba tan pronto como lo habían hecho los pasillos, y ya que el cielo oscuro se apreciaba en las vidrieras del techo, las llamas anaranjadas hacían un espectáculo de luz en cada recorrido que daban alrededor de su contrincante.
Zack comenzaba a resentir los daños nuevamente.
Rodeó con un aro de fuego en el suelo a su enemigo e hizo crecer las llamas para forzarlo a no moverse fuera de ese perímetro, el otro respondió saltando sobre ellas antes de que la altura alcanzara sus rodillas.

El moreno volvió a intentarlo. Trató de subir el ritmo y velocidad de sus ataques, derogó bolas de fuego en todos los ángulos que le eran posibles cubrir, incluso hizo un segundo aro de fuego alrededor de los dos para establecer un ring. Nada de eso funcionó y para cuando no tuvo más ideas que seguir atacando, una de sus llamas alcanzó la parte trasera del lugar, comenzando a incendiar poco a poco las cajas existentes y sus aledañas.

—Parece que pierdes tu destreza

—Y parece que tú estás alucinando —respondió Zack con poco aire.

Avanzó con la intención de continuar el combate y derribar a su oponente, así tuviera que recurrir a la peor consecuencia posible; sin embargo, no esperó que su propio impulso lo hiciera caer de rodillas al suelo.
El otro chico se acercó a él, mostrando una prominente sonrisa en su rostro.

—¿Quién alucina ahora?

La visión de Zack se difuminaba más que antes. No conseguía enfocar ni sus manos a unos centímetros de él. Sacudió su cabeza una segunda vez, pero, al contrario de lo que esperaba, el movimiento lo debilitó aún más.
Las peores consecuencias también podían involucrarlo a él.
Percibió el ardor de una mano sobre su cuello, la cual poco a poco arrebataba el aire que había almacenado en sus pulmones para continuar dando su mejor esfuerzo. Peleó aferrándose al brazo que lo sostenía, enterrando sus cortas uñas y rasgando con la esperanza de provocar algún daño en su opresor. No lo hizo. Incluso el contacto de piel contra piel lo hacía temblar.

¿Lucas habría huido? ¿Dónde estarían los demás?

—Dulces sueños

Ojalá lo encontraran.

Experimento CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora