Capítulo 58

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Intento fallido

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Las manzanas de la noche anterior habían ayudado a recuperar un poco de la fuerza y la fé perdida en lo que hacían; sin embargo y por desgracia, aún no podían hablar igual acerca de la confianza entre ellos. Al menos no en ciertos puntos.
Para cuando Eilen despertó, minutos después de que las luces se encendieran y el día en ese lugar comenzara a tomar curso, se hacían notorios pequeños cambios en el ambiente al interior de la celda; y sólo podía rogar que duraran lo suficiente.

Con cuidado de no golpear o mover por accidente a Tyler, Eilen se levantó del sitio en el suelo donde había tomado su siesta, para después sentarse un poco más alejada del chico con la posibilidad de aún ver su rostro dormido.

El entorno que los rodeaba era el mismo: ruidoso hacía la misma dirección, paredes entre blancas y grises de concreto que recorrían pasillos sin aparente fin desde su perspectiva y el mismo aire frío que llegaba desde algún misterioso punto. Una vez había recorrido el lugar con la mirada, fue el turno de inspeccionarse a sí misma, ubicando en primer lugar su atención en sus manos. La mancha negra ya no estaba, lo cual extendió una débil sonrisa en su rostro. Estaba de cierta manera avergonzada de lo que había sucedido por la noche; sus emociones se habían desbordado sin quererlo, pero ahora estaba bien. Por otro lado, sus fuerzas apenas daban para generar pequeños fragmentos oscuros sobre su brazo, –si intentara atacar a alguien seguro no harían ni cosquillas–, por lo cual decidió entretenerse con esos no-peligrosos juegos un rato.

Pasó unos minutos más sola, burlándose de los mechones de pelo que caían en la cara de Tyler y a veces se metían entre sus labios.

«Ojalá tuviera un teléfono para tomarle una foto ». pensó, sonriendo.

Recordó las pijamadas que solían hacer los tres, –las que no terminaban en desapariciones–, y le daba risa pensar que en dónde sea que estuviera, Byron aún también estaría dormido, pues ella siempre había sido la primera en despertar. Se delató con bajas risas hasta que Tyler despertó, retirando sus propios cabellos de su rostro y al mirar a Eilen, desatando en ella animadas carcajadas que no se dignó a explicar.
Juntos, aprovecharon la privacidad de la mañana para hablar. Surgieron temas y anécdotas que se relacionaban en su mayoría con el grupo principal, ambos discutiendo distintas opiniones sobre cada uno de los integrantes y las similitudes que tenían con ellos. Lo cierto era que de parte de Eilen, cada recuerdo sonaba más nostálgico que los de Tyler.

—Roly es igual a tí —comentó el chico en cierto punto, con una apariencia de haberlo querido decir desde hace tiempo —. Ya entiendo porque te llevas bien con ella

—¿Igual en qué? —se atrevió a preguntar aunque ya sabía la respuesta, solo le gustaba oír esas palabras.

—Las dos son competitivas, una vez casi me tira el tablero encima como tú hiciste con… Byron alguna vez

Eilen se sorprendió inocentemente, agregando un “no era para tanto”. Tyler sonrió y enarcó una ceja, asegurando contra la menor que él era capaz de nombrar todas las veces que había actuado así de impulsiva o vengativa.

En medio de la plática, escucharon pasos ya comunes entrando al pasillo. Iker con una mueca aburrida se colocó en el mismo lugar que el día anterior, comenzando así con su ronda de vigilante. Tyler y Eilen continuaron con la conversación, solo que ahora su forma de hablar había disminuido de volumen, siendo más reservados en sus reacciones de lo que se mostraban antes; todavía se compartían anécdotas pero siendo cuidadosos en lo que mencionaban o decían para no revelar nada importante hacia el otro lado de los barrotes.
En cuanto a sus acciones, conforme el tiempo pasaba, Tyler podía notar como Eilen movía sus manos o sobaba sus brazos con cautela. Ya era común que se sintiera o percibiera presión por parte del poder de quien los supervisaba –aunque nunca lo hubieran mencionado– como un efecto secundario en sus cuerpos, y eso que era la primera vez que Tyler era objetivo de uno de ese tipo. No solo inhabilitaba lo que Eilen podía hacer, si no también reducía la energía y fuerzas de las personas. Al menos así lo sentía él.

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