Capítulo 7

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Un reencuentro no planeado, pero oportuno.

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¡Eilen por favor!

¡No! ¡Y-Yo no puedo volver!

¡Tienes que estar con nosotros! ¡Podemos ayudarnos! ¡Yo puedo ayudarte!

¡TÚ NO PUEDES HACER NADA ALEXANDER!

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Tenía suerte de dormir en una de las camas de arriba, pues de no ser por eso, se hubiera dado un buen golpe en la frente por el tan brusco despertar obtenido como consecuencia de aquel sueño. Roly miró a los otros dos chicos, profundamente dormidos y tiesos como troncos de árboles, ¿y cómo no iban a estarlo?, en un reloj colgado en la pared de enfrente marcaban aún las 4:32am. Para ser el primer día de la semana y haber despertado tan temprano, no había sido una muy buena combinación.

Por otro lado, aprovechando que se había desmañanado, intentaba comprender lo que había ocurrido en su sueño. Eilen era la figura principal, seguida de la voz de su amigo haciendo eco. Ambos estaban en una casa que parecía abandonada y no paraban de discutir, sólo recordaba con exactitud esas últimas palabras que intercambiaron, antes de que despertara debido a un reflejo oscuro.

«Solo fue un absurdo sueño »

Lamentablemente para Roly, una vez despierta, era imposible volverse a dormir, por lo que con cuidado bajó las escaleras de la litera y se dirigió al baño para arreglarse con la mayor paciencia que pudiera tener una persona existente en el mundo.
Mojó su cara y su cabello, este último con el propósito de poder cepillarlo de mejor manera. Ésta parte de su rutina le encantaba, pues sus mechones azules en su cabello castaño se hacían casi de un vivo color turquesa y luego de unos segundos, al secarse volvían a la normalidad en un tono azul marino.

Pasados unos minutos, terminó de atarlo en una media coleta, para luego, regresar a la habitación por su ropa en un cuarto intento de combinar sus prendas, era un milagro y agradecía el no usar más un uniforme, siempre le había disgustado el usar faldas por meterse entre las mallas o no poder sentarse como se le daba la gana, aunque también extrañaría ver a David ponerse una de las suyas e intentar "modelar para una pasarela de Hollywood". Mientras sacaba algunos pantalones holgados pudo escuchar el crujido de un colchón al obtener un movimiento sobre el.

—¿Por qué haces tanto ruido? — Murmuró David, tapándose hasta arriba con sus sábanas.

—Me levanté hace casi una hora, tú deberías empezar a arreglarte

—No quiero

Roly no le dió importancia, si llegaba tarde al instituto sería culpa de él, a ella sólo le faltaba terminar de vestirse y desayunar.

Cuando volvió a salir del baño, estaba vestida con algunas prendas de su estilo de ropa favorita: tenis negros, pantalón de mezclilla café –un poco roto de las rodillas–, playera blanca de manga larga y su chaqueta negra. Así al menos podía compensar su mal despertar.

Un rato después, David fue obligado por las malas a levantarse de su cómoda cama, y luego de él, Alexander fue la siguiente víctima. Roly subió por las escaleras de la litera, sostenida con una mano de uno de los tubos y con la otra sacudiendo el cuerpo del mayor para hacerlo reaccionar, tras unos intentos y ve que sus ojos se abrían, Alex se quejó con un simple y débil susurro:

—Hoy no voy...

Luego, imitó la acción que David había hecho hace unos minutos con las sábanas, esta vez casi enrrollándose en ellas. Roly, pensando que se trataba de su flojera habitual, lo sacudió un poco más e incluso le jaló con fuerza las cobijas con las que se tapaba, dejándolas hasta la altura de su abdomen. El mayor en respuesta, tras un quejido más, agarró rápidamente el borde de lo que le habían arrebatado y volvió a taparse hasta la cabeza dándole la espalda a la chica.

Experimento CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora