Capítulo 80

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Un padre y un salón de fiesta.

***

Alexander estaba convencido de que si David estuviera allí, no reconocería al chico con el que estaba peleando en medio de ese pasillo oscuro junto a Tyler y Lucas. Sus cambios de apariencia eran veloces y precisos, y se daban a la vez que aumentaba el disgusto por el uso de las habilidades del grupo en contra de ellos; sobre todo cuando se trataba de la de Vanessa.

—¡¿No vas a rendirte?! —gritó, intentando crear un tiempo muerto.

El imitador sonrió, volviéndose visible con la piel de David. Para él, era entretenido disponer de las tantas formas de manifestar energía, comparándose de esa manera con los portadores que “protegían” las famosas piedras, aunque en el fondo fueran solo un montón de ladrones y sus cómplices.

El sonido de un disparo resonó como un eco entre los pasillos, alertando al trío en combate y brindando al enemigo un momento de pausa que supo aprovechar. Este, lanzó una onda de energía que derribó a sus contrincantes, los cuales, tuvieron que asimilar ambos sucesos más rápido de lo que hubieran querido.

—Vayan con los demás —dijo Tyler, poniéndose de pie con menos equilibrio que antes —. Yo me encargo de él aquí

Cubrió su norte con un campo de fuerza, implorando que sus compañeros no cuestionaran la petición y se fueran con el encargo de proteger al grupo más grande. Y por fortuna, así lo hicieron. Lucas, no sin antes dedicar una última mirada a Tyler, fue el primero en levantarse y exigir con una seña a Alexander que lo siguiera.
Gracias a la barrera, el par pudo irse a salvo, dejando en una contienda de uno a uno a los dos chicos que abandonaban detrás.

—Eso fue demasiado arriesgado —juzgó el imitador.

En ese momento, Tyler solo podía confiar en sí mismo y en el consejo que Byron les había dado una hora antes acerca del chico frente a él, cuyo contenido, temía, no le daría una victoria inmediata a tal situación.

—Conozco tus debilidades —dijo, quitando su defensa y dando sus primeros pasos al frente.

«Finge estar seguro ».

—Adivinaré. Byron las dijo

—Ni siquiera me hubiera hecho falta

La batalla entre ambas fuerzas se reanudó, esta vez sin limitarse al espacio en el que estaban inicialmente; recorrían los pasillos y observaban cómo varios ventanales se rompían con el impacto de una energía tras otra, derramando cristales por el piso.

Al tiempo que Tyler escapaba, sus pies le jugaban en contra, tropezando consigo mismos al dar vuelta en alguna esquina, e inclusive, cuando el chico subió por las escaleras al segundo piso. Su plan era alejarse lo más posible de sus amigos, dándoles tiempo de hacer lo que tuvieran que hacer para estar a salvo y después él unirse a ellos.
Lo haría, así tuviera que recorrer de nuevo medio edificio para encontrar la sala de la máquina por su cuenta.

.

.

—Somos los que vamos a terminar con todo este jodido juego suyo —escupió Byron.

—¿Y tú estás seguro de eso? Pensaba que habiendo estado en ambos bandos ya te habrías dado cuenta de que no se puede hacer ninguna diferencia.

Jiklo avanzó un paso con la simple necesidad de tomar una postura perfecta de padre autoritario a pesar de que su hijo no estaba presente. David, Evander y Roly retrocedieron a la vez, mientras que los otros no se movieron ni un pelo.

—Nos subestima —replicó Zack.

Byron agradeció no estar solo en el frente, o de lo contrario, no tendría la valentía de retar al hombre con el que había estado pasando su tiempo todos esos meses. No obstante, había algo que no terminaba de encajar en toda ese semblante impasible del adulto.
Sentía que estaba olvidando algo.
No podía ser posible que Jiklo estuviera de pie allí, con un arma que seguramente tenía dos o tres balas restantes, y frente a siete —seis— jóvenes que con sus habilidades juntas podían acorralarlo con un solo intento.

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