Capítulo 56

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Sensaciones familiares.

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Suelo frío. Noche helada. Ninguna de las dos fueron molestia para ambos chicos en la celda ya que, al fin y al cabo, en el pasado habían dormido durante mucho tiempo en aquellas condiciones, solo que sin la compañía con la que ahora contaban.

Gracias a sus antecedentes en el lugar, Eilen ya estaba acostumbrada a los movimientos que se realizaban dentro, como el cuándo se encendían las luces, quiénes harían la guardia, o cuándo alguien se acercaría a hablar. Tyler, por el contrario, estaba renegando internamente a quedarse un segundo más en ese absurdo cubículo; veía al ya conocido Iker tomar distancia de los barrotes, vigilándolos con mala cara pero aburrido al mismo tiempo. Ellos no eran el enemigo, pero el joven en el pasillo pensaba lo contrario.

Cuando hubo un cambio de guardia, –igual de absurda que todo lo demás–, Tyler aprovechó el tiempo a solas para hablar. Sentados cada uno en distintos puntos, sacó finalmente sus quejas fuera de su cabeza.

—¿Y cuánto se supone que vamos a esperar a ese imbécil?

—Lo que tengamos que, ya veremos.

El estómago de Eilen rugió, siendo ella presa no solo del metal a su alrededor, sino también del hambre consecuencia a no haber probado bocado desde la tarde anterior y toda la mañana que ya había transcurrido. Solo así recordó que Byron no había llevado comida como lo hacía en su propio tiempo en la anterior celda.
En torno a él, formar el acuerdo la noche anterior había sido raro, sobre todo porque al decir que debían fingir, él también se integró en aquella frase. ¿Qué tenía que ocultar? ¿De qué lado estaba en realidad?. Cada intento por buscar una respuesta con sentido resonaba como engranajes oxidados en una fábrica; las acciones de Byron para ella habían perdido sentido hace tiempo, y pesar de eso, seguía luchando por lo que creía correcto. Supuestamente, la tarea que ellos debían cumplir era mantener el acto de jóvenes rendidos y resignados a su derrota, mientras tanto, quien actuaba desde fuera trataría de conseguir una ruta de escape segura, recuperando las gemas en el proceso. En el mejor de los casos, la salida más rápida era que Byron consiguiera las gemas para que pudieran teletransportarse fuera hacia la mayor normalidad que sus vidas podían recuperar en ese punto.

—Estamos prácticamente dependiendo de él —dijo Tyler, interrumpiendo los pensamientos de Eilen.

—Ya te dije y él también que no. Mientras no demos razones para sospechar, más fácil será nuestra huida. Solo cálmate.

Tyler rodó los ojos. Después, mirando su mano temblar antes de siquiera pensar en el recuerdo, acercó la misma hasta la piel en su garganta, acariciando con cuidado la zona buscando alguna irregularidad. Tal vez los daños de la energía se reducían a un impacto directo mas no la cercanía con ella. Nada en él se sentía diferente. Al menos no físicamente.

—¿Te duele?

Antes de que pudiera contestar, junto a Eilen escuchó pasos acercarse, sin embargo, se trataban de dos pares más de los ya esperados.

—Ya saben que hacer.

La chica, primera acompañante de Jiklo, asintió y se estableció en el mismo punto donde antes Iker había estado en posición de vigilante. El próximo en moverse fue Byron, quien con una gema en el pecho se teletransportó dentro de la celda, tomó a Tyler del brazo y lo sacó, poniéndolo frente a su padre.

—¡Oye! —reclamó Eilen, poniéndose de pie.

—Bien hecho, dámela.

Mientras recibía la gema de vuelta, Jiklo sostuvo a su hijo del hombro, evitando así que intentara escapar. Posteriormente, su atención se dirigió a Eilen, brindándole una falsa sonrisa.

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