Experimento C

Capítulo 41

La chica perdida

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Aquella noche tanto Tyler como Alexander la pasaron en desvelo cuidando de Eilen. A instantes de su llegada, ambos la llevaron a la habitación individual para que pudiera descansar en un lugar cómodo; llamando la atención de los menores que recién se iban preparando para descansar.
Al entrar por primera vez al cuarto donde Eilen "dormía", el rostro de David cayó eliminando su habitual brillo, volteó a ver a Alex pero este le evadió, yendo por un trapo húmedo para limpiar la sangre. Roly se quedó pasmada en su sitio, nada de eso era fácil de digerir. Ellos acompañaron a los cuidadores unos minutos, sin embargo no pudieron aguantar el sueño y la mala sensación en sus cuerpos de ver a la chica con sus múltiples heridas en el brazo; regresaron a la habitación grande dejando a los otros dos realizar su labor.

Con el pasar de la horas habían momentos en los que uno de los jóvenes insistía al otro que durmiera y le dejara el trabajo, pero siempre se negaban a la propuesta y seguían cuidándola juntos.
Llegando el amanecer, los dos celadores ya habían cambiado sus pijamas por ropa común, cada uno tomando una taza de café que Alexander propuso para lograr mantenerse despiertos. Con el transcurso del rato, veían a Eilen quejarse entre lo que parecían ser pesadillas, pero ninguno se atrevía a despertarla pues unos segundos después la calma volvía a estar presente en su rostro; creían que era mejor darle el momento de paz que necesitaba después de lo que sea que hubiera ocurrido. Sus manchas oscuras en los brazos también iban desapareciendo poco a poco, aprovechando Alex el momento para explicar a Tyler de manera más detallada lo que él sabía de su poder e incluso del propio.

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—¿Estás seguro de no ir?

—No dormí bien y prefiero quedarme aquí a caer rendido en otra clase de Matemáticas. Le pediré las cosas a alguien luego

A pesar de no estar muy de acuerdo con su decisión, Roly y David marcharon de la Casa Mayor rumbo al instituto sin Alexander, dejándolo junto a Tyler aún siendo los protectores de la recién llegada.

La mañana transcurrió tranquila al menos para uno, Alex pasaba los apuntes que un compañero le iba pasando, desgraciadamente, al poco rato cayó dormido en la mesa del comedor tal como había dicho que pasaría si asistía al instituto, al menos respecto a eso había tomado una buena decisión para salvarse de un duro regaño por parte del profesor o un prefecto.
Por otro lado, Tyler no se había alejado de Eilen en ningún momento; leía sentado en una silla al lado de la cama con una de sus piernas temblando inquieta, sin prestar real atención a las palabras que cada vez más parecían revolverse en su cabeza y crear manchas en la hoja. ¿Se había lastimado ella? ¿O era obra de alguien más?, si era así ¿quién era ese alguien que tanto daño le causó?. Tuvo que cerrar el libro de golpe, ya frustrado sobando el tabique de su nariz y apretando los párpados, cansados por tanto forzar la vista y por el no dormir.

De pronto, un movimiento interrumpió sus acciones.

El cuerpo al frente suyo comenzó a moverse de nuevo en medio de una recién llegada pesadilla, no obstante esta venía acompañada de algunos murmullos que captaron aún más la atención de Tyler, quien intentó descifrar lo que Eilen decía. Palabras cortadas y que parecían carecer de sentido por más que agudizara el oído.
No hubo más tiempo para investigaciones, de pronto la chica abrió los ojos y se incorporó en la cama con la respiración acelerada, comenzó a mirar a sus alrededores, lentamente reconociendo el lugar en el que estaba, finalmente, encontrando la mirada atenta del chico a su lado.
Ni siquiera hubo palabras, Tyler se levantó de la silla dejando caer el libro al suelo y uniéndose a Eilen en un abrazo que ella no dudó en corresponder. Tampoco hubo lágrimas, pero si un temblor en las manos del joven que pasó por suerte desapercibido, en cambio ella se aferró con fuerza a la playera de él, arrugándola entre sus manos.