Capítulo 61

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Trueno

***

Byron no lo pensó dos veces. Ocupó su altura para cubrir al diminuto par que lo acompañaba, retando al adulto en respuesta a su llamado. No iba a obedecer nada más de lo que dijera, no como había hecho hasta ese momento.

—¿Sí?

El arma que se levantó arrebató la valentía que había tomado, hallándose perdido en la familiaridad de la situación. Tyler tomó aire y a la vez se apresuró a mandar a Eilen detrás de los dos, sintiendo con una incómoda presión en el pecho como su manga de red era jalada por su amiga a petición de escapar; sin embargo, él no podía moverse, no tras ver a su padre cargando un arma y apuntando contra ellos.

—¿Qué pasa? —se burló Jiklo —. La primera vez hablabas mucho, ¿se te acabó la voluntad ese día?

Byron tensó la mandíbula, notando en su espalda la mirada de ambos menores atentos a la conversación entre él y el hombre. Probablemente no entenderían nada, pero no tenían que hacerlo; igual que él no tenía que tomar acción en ese instante. No iba a arriesgarse una vez más con las mismas cartas que ya habían perdido una vez.
Eilen observó el resto del pasillo y después a su pecho, subiendo y bajando este con la gema blanca sobre su ropa. Aquel apoyo no serviría de nada si no lograba controlar su nerviosismo, mismo que afectaba al uso de su poder con el cual siempre terminaba lastimada o con una mala sensación en el cuerpo. ¿Por qué de nuevo se sentía incapaz de hacer algo?.

—Las armas son de cobardes

Byron advirtió a Jiklo tensar su agarre sobre la pistola tras sus palabras. Jaló a Tyler y Eilen tal vez demasiado fuerte, no obstante continuó su camino –y escape– por el pasillo contiguo, escuchando como detrás de ellos se rompía el cristal de un laboratorio debido a la detonación que ya esperaba, sin estar listo para ella.

—¿Qué fue eso? —acusó Tyler

—No es el momento, sigan. —ordenó casi sin aire.

Recorrieron el piso con la guía de Byron sin protestar, entendiendo el porqué no lo hacían de otra manera. De pronto, se sentían de vuelta en casa, meses atrás aunque no de la buena manera, sino inmersos en aquella noche donde solo eran niños huyendo de un padre enfadado. Esta vez, ese hombre era más que el resultado de una rabieta, y ellos ya no eran ni se comportaban como esos niños del pasado.

En una de las muchas vueltas que dieron se adentraron en una habitación similar a un ala médica, pues la ocupaban una camilla a la izquierda, más estanterías y vitrinas que dejaban a la vista distintos materiales, además de las sillas repartidas en el sitio; tentadoras para darse el descanso que por desgracia aún no podían permitirse. Sentían el corazón reventándose en el pecho mientras sus pulmones rogaban por aire que tomaban a grandes bocanadas, asustados cada uno a su manera y disimulando lo mejor posible para su propio beneficio. Eilen se limpió una lágrima que recién bajaba, aferrándose a la camilla y su sábana fresca para consolarse.

—Byron, ¿de qué estaban hablando? —preguntó ella.

—Dije que no es el momento, tenemos que salir de aquí antes.

—Yo también quiero saber de qué hablaban —Tyler no alzó la voz teniendo consciencia del lugar y situación en la que estaban; aún así, demostraba su disgusto con su tono de voz —. No me escuchaste antes y lo harás ahora ¿Qué fue lo que hiciste, desgraciado?

A Tyler no le importaba tener que alzar la cabeza para verlo a la cara. El nudo en su garganta era irrelevante, al igual que sus manos temblorosas. No quería admitir que temía por la respuesta en lo más profundo de su ser, y al recibirla, no fue como lo esperaba.

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