Dí la verdad.
[•••]
Huir como un cobarde, en eso era un experto. Luego de tomar su gema y desaparecer, el único lugar en el que pudo pensar para estar a salvo fue su propia casa abandonada, su refugio tanto de sus pensamientos como del edificio en el que pasaba la mayor parte del tiempo, y que lentamente, se había convertido en una prisión más que en una oportunidad.
Tras teletransportarse cayó de espaldas, quedando abatido en el suelo frío de cemento lo que parecieron horas, recuperándose de la dolorosa corriente que había recorrido su abdomen y espalda en segundos. Un momento después tomó asiento, inhalando y exhalando con fuerza mientras se quejaba entre dientes.
«Y yo que ya me había recuperado del del lado ».
Byron levantó su chamarra y su playera con dificultad, notando ciertas partes de su piel oscurecidas por los moretones y las marcas que los ataques de energía habían dejado, y con seguridad creía que su espalda estaba igual de lastimada. Lo siguiente que revisó fue su rostro, poniendo sus dedos en su sien; al regresarlos a su vista vió pequeñas manchas rojas que solo empeoraron su humor.
—Mierda —Murmuró para sí mismo
Se limpió las manchas en su pantalón y permaneció sentado, evaluando sus opciones, sin embargo, al abrir su puño donde estaba la gema recogida, sus planes se vinieron abajo.
Tenía la gema blanca... Blanca.
Inmediatamente cerró su mano, vacilando con la mirada como si estuviera siendo vigilado, y su respiración volviendo a subir el ritmo. Tenía que pensar en algo.
Todas sus ideas comenzaron a trabajar a velocidades industriales, si es que era una comparación posible de hacer con él mismo siendo un ser humano, pero de pronto, todo llegó a él en un abrir y cerrar de ojos: La piedra podía esconderla bajo su ropa como siempre había hecho, por lo que no habría nada raro en sus acciones por esa parte, con sus heridas tendría que ser más cuidadoso, disimulando dolores o tirones que afectaran sus movimientos, y por último, su rostro tendría que ocultarlo con su cabello, –ventajas de tenerlo largo–. Solo quedaba que nadie en el edificio se diera cuenta. Sobre todo Jiklo.
Comenzó a mirar sus alrededores, levantándose con cuidado y subiendo las escaleras hasta uno de los tres cuartos superiores, en él, había un colchón que si bien no era tan cómodo servía para no tener que dormir en el suelo, o en ese momento, para que las heridas no dolieran tanto al recostarse.
Mientras observaba el techo, comenzó a pensar en Tyler y en las palabras que había dicho. Eilen había estado también en una de esas casas durante su tiempo aislados de los otros, y bueno, ¿qué más podían hacer?, él consiguió un mejor sitio con un mal inicio, pero a fin de cuentas servía... ¿Servía para qué?
Sus manos cubrieron su rostro, presionandolo sin importar si le dolía o no. Tyler, Eilen; ellos eran felices juntos, se habían reencontrado, ¿qué había de él?, ¿por qué seguía ahí?. Claro, por volver a la normalidad, pero no podía hacerlo si tenían diferentes objetivos, ¿o sí?.No. Tenía que regresar en ese momento, lavarse la cara y fingir que no se había ido.
Lo mejor que pudo, usó la gema para volverse a teletransportar a su habitación en el edificio. Una vez se vió rodeado de esas paredes de concreto, usó la puerta de su baño para entrar y mojar su rostro, así todo el polvo se iría, también tenía que cambiarse de ropa.
En conclusión, estaba en serios problemas.
***
Dos días después, por la tarde en la Casa Mayor cada joven estaba dentro de su propio mundo; Tyler y Eilen veían una película en la televisión, Roly, aunque compartía sofá con ellos, jugaba en su teléfono, David ocupaba la ducha y Alexander tenía un rato haciendo arpegios en su guitarra encerrado en la habitación.
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Experimento C
Teen Fiction«Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa» - Alfred Adler [•••] ¿Cómo sucedió todo esto? Sería un pensamiento constante. Eilen ha traicionado a sus amigos, o eso es lo que ellos piensan, ahora, tras dejar atrás e...