He dicho muchas veces que tengo una bomba entre las manos
que a cada latido me grita que huya,
que te estás acercando demasiado.
Pero ahora no sé si van a explotar pétalos de rosa
o soy yo,
que sigo sin saber descifrar las señales,
y que voy a caer -y mal- y me romperé algo en el intento (el corazón).
Pero ¿y qué queréis que haga? Si has mojado la sequía con el chocolate de tus ojos,
y qué narices,
que no puedo mirarte sin que me estalle la sonrisa por dentro -y por fuera-.
Pero ha vuelto el miedo
con un fatídico discurso sobre fallar en el amor,
y me ha recordado que no valgo para esto de encontarle significado a las miradas;
y me ha susurrado al oído
que se acaban los días y con ellos cualquier forma de empezar nosotros.