Había empezado a arder.

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Noches en vela, sonrisas rotas, palabras enredadas. Y lo que me cuesta hacerlas salir.

Estaba rompiendome en mil pedazos, ahí, delante de todo el mundo, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no llorar. Aunque se escapó alguna que otra lágrima. Pero lo más triste es que nadie, nadie se dio cuenta.

Y hay veces que ni una misma se da cuenta de todo lo que aguanta, y no entiende por qué un hecho tan insignificante como aquél la rompió en mil pedazos. No sabe que fue el detonante de la bomba.

Es increíble como las cosas pueden volver de golpe, todas juntas como un tsunami. Y el daño que hacen aun pasado tanto tiempo.

Es ese sentimiento de volver a encontrarte fuera de lugar cuando pensabas que por fin encajabas. Es volver a sentirte infinitamente inferior a todo aquel que te rodea. Y es tan, tan triste darte cuenta de que el único que te comprendía de verdad está a años luz de ti. Y deseo que vuelva. Pero bueno, todos sabemos que es altamente imposible. Y, sin embargo, parte de mí aún lo espera.

No puedo soportarlo más. Nadie me ha querido nunca y nadie lo hará jamás. Tan sólo hay que fijarse en cómo son las cosas, en lo diferentes que son a como siempre he soñado. Puedes llamarlo pesimismo, victimismo, lo que sea, pero esto ya no es un volar, es hundirse. Me han cortado las alas y nada las ha dado fuerza para volver a crecer.

b a s o r e x i aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora