Hay un momento de la vida en el que te planteas que quizás estés haciendo todo mal, que quizás estés siendo demasiado buena o demasiado mala, que quizás eres demasiado ignorante o demasiado pasota. Hay un momento de la vida en el que te das cuenta que quizás estás dando demasiado a aquellos que no te darían ni una pipa si te estuvieses muriendo de hambre, y que sin embargo, esos que verdaderamente te quieren y que se merecen todo lo que tengas y más, son aquellos a los que quizás demuestras menos. Hay un momento de la vida en la que te dicen que eres demasiado buena y que eres tonta por ello. Que no te das cuenta de que sueles dar demasiado, y mientras todos ellos se bañan entre todos tus regalos, tú estás en tu habitación donde la música se ahoga entre sollozos.
Y te piden disculpas por no estar ahí y tú les disculpas como buena persona que eres, pero no te das cuenta de que eso pasará y pasará hasta que tú no quieras que eso acabe. Pero como buena persona que eres, no conseguirás que eso acabe nunca, porque no podrás decirle que no a una persona que quieres tanto.