Cuando he llegado a casa esta mañana,
se me había parado el reloj de muñeca por un loco que se puso a darle cuerda
y dime tú
de quién fue la descabellada idea de que la locura y la cordura fuesen juntas al baile de graduación.
Le escuchaba palpitar junto a mí
aunque no estaba segura de si era su corazón
el mío
o simplemente me lo estaba imaginando.
Sea como fuere
ese incesante
bum
bum
bum
era el sonido más bonito que un corazón roto puede llegar a escuchar
(porque significa que está volviendo a funcionar).
Mi estúpido reloj
había sido tocado por un estúpido mago
y ahora solo funcionaba cuando él jugaba con el cable rojo de una bomba de relojería en una caja
-(mi torácica)-.
Cuando me hacía sonreír
y el bumbumbum
volvía loco al segundero
hasta ponerlo en hora,
y otra vez la locura y la cordura habían vuelto a salir juntas de clase.
Y no sé cuál de los dos está más loco:
si él por ser un estúpido mago
o yo por dejarme llevar por su estúpida magia.
