Nunca entenderé eso de "levantarse con el pie izquierdo", pero sí que es verdad eso de que muchas veces te levantas y nada parece ir como quieres. Parece que esta mañana el cielo no está rosa y las nubes no te hacen sonreír como te pasa siempre. Parece que el sol no brilla con tanta fuerza y que la lluvia amenaza con descargar su furia sobre ti en cualquier momento.
Y claro, luego está la gente. Esas cosas que ellos hacen todos los días y que tú sueles ver normal, ahora te parecen fuera de lugar, extrañas. Tienes la constante sensación de que sobras en todos lados, que en realidad nadie quiere estar contigo, que todo es una gran mentira. Y sientes como tu mundo se derrumba y te escuecen los ojos tanto que parpadeas y la primera lágrima recorre tu mejilla, solitaria. Y cuando llegas a casa, donde crees que todo irá mejor, la frustración te viene por todos lados, te repiten todo lo que haces mal, todos tus errores. Te sientes como Blancanieves cuando huye por el bosque: allá donde mira ve cosas que la asustan, que la frustran, que la hacen volverse loca; y cansada, se desploma en el suelo, agotada. Su suelo es tu cama, tus sollozos se ahogan en la almohada y el grito que sale desde lo más profundo de tu garganta se pierde entre las notas de música de una canción con el volumen demasiado alto.
Quizás mañana sea otro día.