Hay noches en las que el dolor es tan fuerte que me corta la respiración.
Hay noches en las que el dolor es tan fuerte que siento millones de martillos clavándose en mi estómago.
Hay noches en las que el dolor es tan fuerte que lo único que quiero es quedarme atrapada entre las sábanas para no salir nunca más al mundo exterior.
Dicen que es instintivo salir corriendo porque así será más fácil no darse la vuelta, que la vida es una montaña y que no debes mirar hacia atrás, porque puede darte vértigo; pues bien, yo me doy la vuelta, una y otra vez, y nunca aprendo.
Y estoy tan cansada. De verdad. Solo quiero dejar de preocuparme de todo y que me empiece a dar igual cada cosa que me sale mal. Quiero que me empieces a dar igual tú.
Quiero dejar de sentir ese impulso de correr a abrazarte cada vez que te veo. Quiero dejar de tener ese instinto asesino cada vez que abrazas a alguna chica. Quiero dejar de querer besarte cada vez que sonríes. Quiero dejar de echarte de menos.
Te quiero fuera de mi vida, radicalmente; y por mucho que me duela es lo mejor.
De verdad que quiero superarlo, en serio, pero cada vez que me acuerdo de cómo me abrazabas, o me levantabas la barbilla para besarme, o sonreías al verme, todo se derrumba en torno a mí, y sólo quiero volver a tenerte.