talla 36

100 5 0
                                        

Sálvame,
que el agua vuelve a estar inundando mis costillas
y antes de que me dé tiempo a decir "basta"
habrá llegado hasta mis ojos y nadie podrá pararlo.
Traete botas y un paraguas,
que aquí dentro está lloviendo sobre mojado
y no quiero que te empapes con mis penas.

Sé que tengo cara
de que me pegue ser más botiquín que herida,
pero aquí dentro mis tiritas se han quedado sin pegamento
y me estoy desangrando;
pero siéntate, que te voy a contar por qué en mi habitación no hay espejos.

Te podría decir que se han roto al mirarme en ellos,
pero antes de eso ya me había encargado yo de destrozarlos
con la impotencia de que me recordasen que me sobro por mil lados.
Me ha perseguido durante años ese dolor cortante,
a mí, que nadie me quiere;
a mí, que yo me quiero menos;
a mí, que por mucho que me odie
soy incapaz de no querer a la gente.

En serio, entra y quédate.
Te prometo que no suelo ser así de abierta:
es que esta mañana una niña con cara de malvada
me ha recordado cómo es no estar agusto con tu cuerpo;
a mí, que rezumo inseguridad por los poros.
Y ya sabéis
que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.

Así que aquí estoy,
con la misma tristeza que varios años atrás
y esa seguridad en la cara,
que aquí y ahora
te confieso que es mentira.
A ti, que te dejo secar mis lágrimas,
sálvame.

b a s o r e x i aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora