Mira ese pequeño pájaro, cómo vuela indefenso en busca de algo que llevarse a la boca.
Mírale, desesperado por perseguir al Sol, que no deja de huir, inalcanzable para todos.
Llora desconsoladamente porque se le escapa entre los dedos y se enreda entre el aire.
Pobre de él, dicen que es una misión imposible, una misión suicida; pero no, yo no pienso eso. Yo pienso que perseguir el amanecer es la cosa más maravillosa en la que uno puede gastar el tiempo: nunca lo alcanzas, pero tampoco lo pierdes de vista.
