dos tipos de días

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Hay semanas que se pasan como 30 días,
como si entre minuto y minuto la vida se tomase un descanso de 7 horas para verse pasar.
Reconozco esos días porque si tuviese que pintarlos, escogería el tono más gris de la paleta de sentimientos y le mentiría al lienzo sobre si sentir es bueno o es mejor que llueva;
y vosotros tambien tenéis que conocerlos:
amanece demasiado pronto y no se ve ninguna estrella por la noche.
Son los días en los que por mucho que quiera escribir,
las palabras se acumulan como piezas de un tetrix que solo llevan a la pérdida, pero que no salen.

Sin embargo, existen otros días en los que nos descorchan y a todas las palabras les crecen alas.
Estos días también son facilmente reconocibles: el agua sale tan caliente que pica
como cuando estás durmiendo y tocas el lado fresquito de la almohada.

Así que, un día cualquiera, decidí sentarme en una mesa y mirarme directamente a los ojos. Ella me dijo que estaba cansada de sentir que se quedaba sin respiración, y yo le confesé que odiaba perder la partida. Desde ese momento:
• tengo la lista de música en aleatorio
pero siempre suena mi canción
favorita
• los aeropuertos corren a mi
encuentro
• dejo abierta la puerta para que las
mariposas entren y salgan a su
antojo
• considero arte todo aquello que
tenga línea directa entre dos
corazones
• escribo con cualquier parte del
cuerpo menos con las manos
• vivo para que mi vida merezca que
un libro se base en ella

Desde ese momento he decidido que quiero
(de querer
queriendo
querida
herida
diario)
ganar los primeros 60 segundos de mi lunes en ver salir el sol.

b a s o r e x i aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora