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Tiendo a encerrarme, a girar la llave y tragarmela, a aislarme en una burbuja. Soy, en secreto, como esas personas rotas que tengo la necesidad de arreglar. He construido, sin quererlo, una barrera infranqueable que, en realidad, es muy fácil de destruir. Pero parece que nadie quiere intentarlo.

Y por eso, creo tan negativamente en el amor. Aunque sigo teniendo fe. Se que el amor existe en alguna parte, y sé que el amor vulgar es el más perfecto que puede haber, es el más simple y el que más llena. Pero siento que nunca me llegará.

Tiendo a derrumbarme sin razón, como si de repente mi cuerpo hubiese perdido las ganas de ser feliz, como si le hubiesen desconectado de la corriente y le hubiesen desprovisto de esqueleto. Y, a pesar de ello, tiendo a escarbar en lo más profundo buscando un mínimo que merezca la pena. Que los números son solo números y que soy la que dice si mi cuerpo está bien o no lo está, y soy yo la que decide que no merece la pena matarse de hambre para alcanzar el modelo de belleza, habiendo familias enteras que no tienen ni un euro para comer.

Que está en mi mano creer o tirar la toalla, esperar a que me bajen la luna o alcanzarla yo sola. Y quien deba estar ahí para ayudarte, lo estará.

b a s o r e x i aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora