Las poetas también nos equivocamos.

19 1 0
                                        

Tengo que recordarte que fuiste una metáfora de poeta
(con lo que me gusta a mí jugar con metáforas),
y yo fui aquel vaso de vodka que se te resbaló de las manos nada más verme
(y cómo no, se hizo trizas).
Venías recién salido de mi segundo libro favorito,
y aunque no era el primero, no podía decirle que no a un ángel recién caído del cielo.
Apareciste una mañana en mi espejo,
con un ala rota y una pluma de menos
(que más tarde me enteré que le regalaste a una diablesa allí arriba).
Yo te prometí poesía,
y tú me convertiste en tu ángel,
en tu niña,
en tu ruina;
por eso por lo que tú eres metáfora de poeta
y yo por primera vez trizas unidas de vuelta.
Pero tú te convertiste en poeta comercial de remedios de mentira
(con besos entre literatura, mis favoritos)
aunque te creías un artista callejero
(también, mis favoritos).
Y yo,
yo me comporté mal: había un cristal suelto que se me clavaba en el pecho,
y acabé mandando tu falsa poesía a la mierda
y juntándome con uno que tenía poco de poeta
pero que por lo menos lo reconocía.

b a s o r e x i aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora