A.L.

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Estoy sentada en mi escritorio, dentro de mi oficina, en el Centro Clínico Experimental Santa Fe, y la sensación es tan increíble que solo puedo mantenerme con una sonrisa esplendida por este pequeñísimo logro, y digo pequeñísimo porque sé qué los que vendrán serán mucho más grandes, está decretado.

Recibo una llamada y en segundos contesto.

—Dra. Cárdenas, muy buenos días —habla una voz femenina del otro lado, y al escuchar el "doctora", acompañado de mi apellido, es la cosa más gratificante que he sentido—, me llamo Estefany Castillo, y soy su asistente. La llamo ya que el doctor Roa la solicita en su oficina.

—Gracias, Estefany.

Cuelgo. No sabía que contaba con una asistente. Salgo de la oficina avanzando por el pasillo. Me encuentro con un escritorio, que antes vi vacío y que ahora, hay una señora de cabellos platinados en la raíz, la cual se fuerza por tapar las canas con un tinte chocolate que solo la hacen relucir más. La señora luce sonriente cuando me ve pasar.

—Es un placer Dra. Cárdenas —habla la dulce señora—. Yo soy Estefany Castillo.

Extiende su mano y yo la recibo con fuerza y emoción. Mi sonrisa es difícil de ocultar y ella lo nota.

—El placer es todo mío, Estefany, y puedes llamarme Daiana.

— ¡No! Cómo cree doctora. Le debo respeto ante todo el personal.

Sonrió con más empatía.

—Entonces que quede entre las dos, ¿le parce? —susurro y la señora Estefany luce fascinada y encantada.

— ¡Estupendo! —La veo girar su cuello y sonreír aún más—. ¡Muy buenos días, Dr. Reinosa!

Me giro y veo salir de una de las oficinas al rubio de facciones finas, bastante elegante y atractivo. El joven me sonríe en lo que se acerca.

—Buenos días, señorita Castillos —se dirige a la señora mientras lo observo en detalle. Se gira en mi dirección con esa sonrisa esplendida—. Y muy buenos días para usted, Dr. Cárdenas.

—Les informo a ambos que el Dr. Roa los está esperando en su oficina, Junto con el Dr. Sepúlveda y la Dra. Valenzuela.

Ambos asentimos y nos despedimos de la señora Estefany, quien se le ve las babas por mi colega.

Caminamos por la clínica, dirigiéndonos al ascensor que da al ala de las oficinas de los doctores especialistas y de alto rango.

—Es grato que haya otra integrante nueva en la clínica, así no seré solo el novato.

Me sonríe con gracia y yo me sorprendo. Entonces está comenzando. ¡Vaya!

—Bueno, ya somos dos los novatos —me mofo.

Reímos en gracia. Llegamos a los elevadores y el Dr. Reinosa oprime uno de los botones para comenzar a subir.

—Por cierto, te especializas en el área cognitiva ¿cierto?

—Sí, exactamente.

—Me compadezco por ti, el Dr. Sepúlveda y la Dra. Valenzuela son bastante exigentes y mordaces —confiesa y comienzo a sentir terror—, y ellos manejan esas áreas.

—He trabajado con la Dra. Valenzuela, y en verdad no me lo parece.

—La Doctora no tanto, pero Sepúlveda sí.

Comienzo a analizar, y recuerdo la pequeña discusión que armó en la cafetería, ya que no estaba de acuerdo con mis respuestas acerca de un tema donde él tiene mucho más conocimiento que yo.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora