Paciente #2: Caleb/León.

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Es miércoles y hoy tenemos la entrevista del siguiente paciente. El expediente se me está siendo entregado con mucho recelo por parte de la Dra. Helena.

—Quiero que esto te quede muy claro. No puedes hablar ni hacer ninguna cosa que sea fuera de lo común. Este paciente es inusual y tengo mucho control con esto —me extiende el expediente pero no lo suelta—. No quiero que hagas nada improvisado mientras estés dentro de sala. Y mucho menos, quiero que emitas algún ruido o hables.

Me inquieto.

¿Acaso es algún reo de alguna prisión de máxima seguridad para hacer estas advertencias?

Trago con dificultad en tanto asiento con rigidez.

—Primero veras un poco de la entrevista en el salón adjunto, donde está el espejo. Ya luego, te indicaré para que ingreses. Pero vuelvo a repetir, no hablaras ni harás nada que coloque en riesgo este procedimiento. ¿He sido clara?

—No imagino que cosa habría hecho la novata para que estés tan molesta —Javier pasa por un costado mirándome de reojo. Helena rueda los ojos en fastidio para luego dar con él y tomarse alguna especie de mirada burlona… ¿Se están burlando de mí?

—Mejor no preguntes —le responde la Dra.

—Me ha quedado claro —sentencio molesta intentando controlar la rabia que se comienza a apoderar de mí.

Es la primera vez que veo esa actitud de mi mentora, y me siento aturdida. Es obvio que no tiene que ser especial conmigo por haber sido una de sus alumnas, pero no entiendo porque debe llegar a esos extremos de hacer esos comentarios y perder el profesionalismo al burlarse de esa manera.

Bueno, imagino que el error que cometí en verdad fue algo que la sacó de quicio, por ello no voy a discutir con ninguno.

Salgo de la oficina de la Dra y me voy con cautela a mi oficina en lo que ojeo el expediente.

Siento algo de nervios, ya que este paciente tan inusual se puede tratar de mi ex jefe. Hay una alta posibilidad de que sea él. Miro la fachada de la carpeta y vuelvo a leer el ¨CONFIDENCIAL¨ en grande. Lo abro y me quedo extrañada con la foto que roba toda mi atención.

Se trata de un joven de facciones remarcadas, rubio y bien parecido. Posee unos ojos muy profundos color miel, el cual es acompañado por unas gruesas cejas y pestañas que le dan un toque más sombrío a esa mirada helada. Sus labios son gruesos y de mandíbula cuadrada muy remarcada.

Parpadeo reiteradas veces negando con la cabeza para poder concentrarme. Me voy a la descripción.

Nombre: Antoni Caleb Colombi.

Edad: 23 años.

Sexo: Masculino.

Condición: Paciente que remite por posible síndrome de Renfield. Expresa que su afición por la sangre la tiene desde muy niño. Edad concreta no lo recuerda, pero si recuerda sentirse muy atraído en un principio por las niñeras que lo cuidaban, y al momento de éstas presentar periodo o cortarse. Le gusta consumir la del sexo opuesto, y mayor aun si son de un color de piel en específico (blancas). Se presenta a estas consultas para buscar ayuda a su padecimiento.

Colombi resulta ser algo más claro y directo. Sabe identificar qué es lo que le gusta y que no – y me refiero al color de piel de las mujeres. Algo racista a mi parecer –. Estaba saliendo de los elevadores y caminaba a mi oficina.

Detuve la lectura y cerré la carpeta para saludar a Estefany, nuestra secretaria, quien me preguntaba por mi pierna y mi estado de salud. Le pregunté si sabía algo de Adrián y me respondió que mi amigo se encontraba de permiso por unas horas, que regresaría antes de mediodía.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora