Está vez sí lo haré.

273 27 28
                                    

Holaaaaaaaa!!!

Qué incertidumbre ¿No? Yo estoy que me arrancó los pelos. Esperemos a ver qué hará Daiana.

Este capítulo va dedicado a Jessyhot_ gracias por tus comentarios.

. . .

Llego a casa por la tarde muy abatida. Aun no me he mudado ya que no he terminado de pagar lo que saqué por inmueble, y que estoy esperando para hablar bien con Adrián, ya que quiero que él también se independice de sus padres, solo que a él le va a costar más.

Aun no sé qué hacer.

¡Díos!

No puedo ir hasta su departamento porque, ¿Qué le voy a decir?

¨ ¡Hola! Oye, sabes que en la tarde escuché a tu asistente decir que te llegaría desnuda a tu habitación para ver si ya de plano te la cogías, entonces venía a ver si era cierto o no… ¨

Gafa.

Bufo molestan hundiendo la cabeza en la almohada mientras me desespero. Levanto mi cara.

— ¿Pero qué mierda me pasa? Él no es un bebé para yo estarlo vigilando. Ya es un hombre bien grandecito que sabe lo que hace. Aparte de que no tenemos nada para que me afecte si hace algo con ella o no.

Me levanto sacudiéndome mientras viajo al baño para ducharme.

. . . 

Son casi las 6pm y ando ayudando a mi madre a preparar la cena.

Se me viene a la mente la conversación que escuché, y aun no puedo creer lo que pasó.

¡Valentina es hija de Helena! Eso no lo vi venir. ¿Fabián sabrá eso? ¿Serán ellas mismas las que el describió que lo jodieron? Si es así, ¿Con que fin quería lastimarlo?

Es más que obvio que Valentina se quiere quedar con él, pero ¿Por qué Helena le cumple el capricho pasando por encima de una condición médica tan compleja como la de Fabián? Y peor aún. ¿Sera ella la que está queriendo sabotear la investigación al enviar pacientes preparados? ¿Por qué sabotear su propio trabajo? ¿Qué tiene que ver Lhisemberg con esto…?

— ¡Daiana, ¿Qué haces?! —Mi mamá me hace respingar del susto.

Me encuentro con las moras del jugo a punto de echar en el sofrito que se hace en la estufa. Mi cara se torna roja y rio con sigilo.

—Perdón.

—Si esto son las moras, ¿Dónde están los chiles y los jitomates? —Ambas nos giramos a la licuadora, la cual se pinta roja con los chiles y los jitomates de guiso—. Dime que no tiene azúcar.

Me encojo de hombros mientras dejo la tabla de picar, muy despacio, en la mesa.

—Perdón —repito con mucha más vergüenza.

Cierra sus ojos mientras hace una plegaria.

Imagino que le pide a la virgen que no le de fuerzas, porque capaz me mata.

Vuelve su mirada a mí.

— ¡Salte de la cocina antes de que te mande las ollas a la cabeza, Sagrario! —Amenaza.

No espero otra pedida cuando ya estoy fuera de la cocina.

. . .

Son casi las 8pm y estoy en la placa de la casa caminando de un lado a otro.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora