Yo me perdono.

207 21 8
                                    

Daiana.

Ha pasado una semana desde que me dieron de alta en la clínica y no he sabido nada de Fabián, lo cual me preocupa mucho.

Nadie me ha dado información y Roger no quiere decirme nada.

Temo que esté preso, ya que entró a mi habitación en contra de una orden judicial, y eso lo puede mandar directo a la cárcel.

Casi no le hablo a Roger, pero sé que de la última vez que se vieron, la pelea fue brutal. El hematoma que Roger tenía –y que aún se le ve ya verdoso– fue muy serio, hasta el punto de que lo tuvieron que dejar por unos días, internado, a causa del tremendo golpe y lo comprometido de su ojo derecho.

Estoy pasando el reposo medico en casa de mi madre, pero el peligro ha pasado, gracias al cielo, solo que me siento muy mal por no saber nada de Fabián.

Roger se ha dado a la tarea de cuidarme muy de cerca, así que me toca verlo día y noche. Lo ignoro en la mayoría de los casos, ya que no me da información de lo que ocurre,

Me encuentro sentada en la cama con un libro entre manos leyendo. Roger se encuentra en la sala, pero cada tanto ingresa para chaquear lo que hago, y eso me molesta.

Me hundo en la historia que estoy comenzando y me intriga su portada. Lo compré para navidad y me llamó la atención la trama. Se llama: Treize (Experimento 13) y es la primera vez que leo algo de ciencia ficción, genética humano-animal y erotismo, que solo su escritora puede plasmar en las páginas.

Tocan a la puerta y mi madre ingresa.

—Tienes visitas —me sonríe y yo me siento con emoción.

Abre la puerta de par en par y veo ingresar a Andrea y Yuli, quienes vienen en carrera a mí.

Me emociono tanto, que comienzo a llorar de la felicidad al estar las tres juntas. No las dejo de abrazar y ellas no dejan de besarme y palparme.

—Daiana, aunque estés de alta, no puedes desmandarte —habla Roger ingresando a la habitación—. Recuerda que las emociones fuertes pueden ser demasiado para el bebé.

Las chicas se apartan encarando a Roger, quien se encuentra cruzado de brazos detallándonos a las tres.

—Todas estamos embarazadas —musito tomando asiento en la cama—, así que, solo estamos felices —baja su mirada en lo que asiente—. Ahora, ya puedes irte.

Finalizo ganándome una mirada extraña de él. Acto seguido, el agente sale de la habitación cerrando la puerta tras él.

— ¿Ese es el tal agente Brice? —Indaga Andrea, acomodándose a un lado.

—Si. Es él —hablo medio molesta.

—Bueno, si te soy sincera, está bastante lindo —musita la pelirroja abochornada en lo que se da aire con un cojín.

—A mi parecer si esta pasable —susurra Chull sacándose sus sandalias—. Es un moreno muy atractivo.

—No quiero hablar de él, quiero que me digan que saben de Fabián —murmullo para que no escuche mi nueva niñera—. No sé nada de él y estoy muy preocupada.

Ambas se miran y luego bajan la cabeza.

—No sabemos nada, Daia —habla Andrea.

—De verdad, no sabemos que fue de él —le secunda Chull.

En instantes, me acercan un teléfono con algo escrito en él.

¨Antes de entrar, el tipote nos dijo que teníamos prohibido mencionarte a Fabián. Si lo hacíamos, él se daría cuenta y nos sacaría.¨

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora