Me terminó sorprendiendo tanto al tener a esa mujer sofisticada y elegante frente a mí
Es la mamá de Alexaider, y por lo visto, la Sra me conoce. Puede que Alexaider le mencionara sobre mí, pero ¿con que finalidad?
—Estoy apenas llegando de viaje. Mi hijo no tenía idea que llegaría hoy —da los primeros pasos en mi dirección. Hasta para caminar la mujer derrocha aristocracia al avanzar—. Era una sorpresa, pero la sorprendida terminé siendo yo.
Llega a estar frente a mí, y aunque no está tan a la defensiva como hace un momento, su mirada no es nada amable al momento de detallarme. Es como si no confiara en mí.
—Lo lamento mucho, Sra. Gisel, por la confusión y molestia. Estoy de retirada ahora mismo.
—Que mal —levanta su mentón y me detalla con algo de curiosidad—, me hubiera encantado poder sentarme a platicar contigo. Mi hijo es algo cerrado con su vida privada, pero debo admitir que me causas mucha curiosidad.
¿Curiosidad?
—No hay mucho que decir. Yo lo conozco muy poco, la verdad… — ¡Sera que te callas la gran bocota, Daiana! No lo conoces muy bien pero sales de mañana de su casa, recién bañada, luego de haber follado toda la noche con él—… así que, voy tarde a la clínica y el Sr. Lhisemberg es estricto con las reglas.
—Sr. Lhisemberg —repite bajando la vista—. Entiendo.
Niega con la cabeza y deja escapar una pequeña risa.
—Que tenga un feliz día, Sra. Gisel —doy un paso hacia atrás sosteniendo la mochila, la cual desatina en totalidad con mi atuendo—. Fue un placer conocerla.
Sonrió retrocediendo.
—Dime Gisel a secas. No hay cuidado, Daiana —extiende su mano en despedida y yo me giro con cautela extendiendo mi mano igual.
—Está bien. Feliz día, Gisel.
Salgo en carrera de la mansión y creo estar hiperventilando por la situación.
¡Su mamá!
Me topé con su mamá saliendo de su casa… la vergüenza no me deja casi pensar.
Un elegante Cadillac se encuentra estacionado cerca de la fuente frente a la majestuosa entrada, y voy en su dirección. Ingreso y por fin, con mucho cuidado, puedo respirar con cautela.
En el camino, el chofer se estaciona en una pastelería y me pide darle la receta de algún sándwiches para que lo preparen, ya que tenía orden estricta de llevarme a desayunar. Suspiro resignada y le doy las especificaciones. Luego de unos minutos, me encamino a la clínica con varias órdenes de sándwiches y un moca café de vainilla.
El vehículo me deja unos minutos antes en el estacionamiento de la clínica e ingreso.
Luego de haber ingresado a la oficina, me quedo sentada en uno de los sofás con mi mente por las nubes.
Ahora que ya mi cabeza esta ordenándose, recuerdo que, lo primero que me dijo Gisel antes de verme el rostro, fue algo muy familiar que había oído antes. ¨Tienes la entrada prohibida a este sitio¨. Pero al verme la cara, se fijó que se había equivocado de persona, y me lo hizo saber. La duda es. ¿Quién tiene la entrada prohibida a esa casa? se notaba que le tiene molestia a dicha persona.
Pero eso no es lo que ocupa mi capacidad mental, ya que mi mente no deja de divagar en la noche tan loca que tuve, y en esta nueva faceta que he descubierto de éste jefe mío medio peculiar.
Llevo la mano a mi cuello y recuerdo la lesión. Me levanto de golpe… al dar el primer paso, lo lamento con dolor. Mi cuerpo duele mucho, hasta para levantarme de golpe duele.
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Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]
RomanceDaiana Cárdenas es ahora una psicóloga certificada. Se ha graduado con honores de la universidad y ha encontrado trabajo en una prestigiosa clínica experimental. Su vida, a un año de la separación rotunda y forzada con Fabián Aristiguieta, se ha vue...