Nunca fue a la consulta.

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El cambio tan abrupto en nuestra mesa fue extremo. Hace un minuto reíamos, gritábamos y llorábamos de emoción, y un minuto después, nuestras caras estaban largas y sin expresión.

Hemos terminado con la comida, y ya nos trajeron el postre. Un brazo gitano de arequipe, pero no quiero ni probarlo.

-Daia, nena, no deberíamos hablar...

- ¿Hace cuánto regresó?

Se torna callada por unos instantes que me parecen tortuosos.

- ¡¿Hace cuánto regresó?!

Suspira con pesadez haciendo a un lado su plato.

- No lo sé, creo que hace un mes o más...

- ¿Cómo que crees?

Frota su cabeza desordenando su peinado en confusión.

-Porque creo que lleva más tiempo, solo que no iba a la empresa.

Baja su cabeza y yo niego.

Suspiro. Andrea no debería pagar mi amargura, y mucho menos en un momento tan feliz para ella. Estoy opacando su emoción con mi drama y en segundos me molesto conmigo misma por mi egoísmo.

Froto mi cara mientras sonrío y trato de relajar mi expresión.

- ¡Hay que decirle a las chicas! -Suelto de improvisto mientras Andrea me observa confundida-. Debemos planificar una pijamada como antes para hablar sobre el bebé y la fiesta de babyShower, también debemos planificar nombres, y ahora se viene toda la locura de los embarazos -sonrío con más ánimo buscando sus manos. Andrea me mira extrañada pero con una sonrisa-. Debemos comenzar desde ahora a cuidar tu alimentación e investigar todo, también el ginecobstetra que te atenderá en todo el embarazo y el parto...

-Ok, vamos más despacio que apenas estoy tratando de no vomitar la...

Se levanta en segundos con su mano tapando la boca. Sale corriendo directo al baño y yo voy tras ella.

. . .

Luego de ayudarla a recomponerse en el baño y buscarle agua con azúcar, salimos de la cafetería. Me tocó llamar a Sergio para que viniera a buscarla y que la llevara a casa, ya que así no puede trabajar.

Estamos sentadas en la parada que está a un lado del edificio empresarial y el corazón está queriendo salirse de mi pecho.

-Podemos aprovechar mañana, luego de que salgas de la entrevista y todas de nuestros trabajos, nos vamos a casa de Vicky y hacemos la pijamada ahí.

La observo mientras sonrío, y ella me devuelve la misma risa tonta.

-Me parece perfecto. Aprovechamos que es viernes y el fin de semana no trabajan ninguna -exclamo con emoción-. ¡Es estupendo!

Noto como se le borra la sonrisa a Andrea y me fijo que mira tras de mí. Tuerzo mi cuello y mi corazón se detiene con violencia al ver como el Audi R8 negro se estaciona en frente.

¡Carajo!

Comienzo a temblar sintiendo la adrenalina apoderarse de mi sistema. Agradezco estar sentada o caería de culo al piso por la debilidad que se cierne en mis piernas. Mi vista no se aparta del vidrio polarizado del piloto que está frente a nosotras y que no baja.

Las llantas rechinan colocando en marcha el Audi, el cual se adentra al estacionamiento de la empresa con el rugido del motor en toda su potencia.

¡Era él!

Y aun así no quiso siquiera bajar el vidrio y encararme.

No sé qué pensar en estos momentos. Andrea aprieta mi mano. La observo mientras me da una sonrisa fina con sus labios cerrados. En segundos, la Navigator blanca se estaciona frente a nosotras. Sergio sale en carrera directo a Andrea, quien está con una sonrisa de oreja a oreja por la llegada de su príncipe.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora