¡¡¡ Válgame Dios !!!
Ya estamos aquí.
Lean con cuatela y disfrútenlo. Recuerden que las quiero mucho y su estabilidad es muy importante, por ello les pido que vayan con calma mis niñas.
Besos 😘
. . .
No pude pasar la noche en el departamento, así que luego de darme contra la pared por unos minutos, me fui a casa. Era tarde cuando llegué, pero mi madre me esperaba en la sala con su pijama puesta. Cuando me vio entrar, se puso en pie y su cara me mostró lo preocupada que estaba.
—Daiana, ¿dónde estabas? He estado llamándote todo el día luego de enterarme del atentado a la clínica —llega a mí y me abraza—. ¿Estas bien?
Me acuno en su pecho sin poder contener mis lágrimas. Ella me estrecha con mucha más fuerza y solo me deja llorar.
Luego de unos minutos, me encuentro recostada con mi cabeza en su regazo mientras me da masajes en mi cabello.
— ¿No quieres contarme lo que te pasó?
Niego sorbiendo los fluidos nasales mientras me reacomodo.
—No. Pero quiero que me cuentes historias mías, de cuando estaba chiquita y te hacia sacar canas verdes y mi papá me defendía.
Sus carcajadas son anestesia para mis nervios y adoro tenerla conmigo.
—De verdad que eras bien tremenda. Te metías en unos problemones que siempre terminábamos tu papá y yo metidos en dirección contigo, y tú con cara de no haber roto un plato.
—Y destrozaba la vajilla completa.
—Tal cual —se ríe.
Mi madre me relata historias que comienzan a arrancarme risas en carcajadas y por ese breve momento, olvido mi vida de mierda y mi futuro incierto y deprimente.
—Si exageras, mamá —me burlo.
— ¿Exagerada? Si tu papá estuviera vivo, te contaría todo de nuevo y con detalles que a mí se me pasan, porque él era el que más te defendía.
—Tan bello mi papá. Como lo extraño.
Guardamos silencio por un rato dejando que la melancolía nos invada por segundos. Mi madre comienza a reír y yo la encaro.
— ¿Qué?
—Me acuerdo una vez que te inscribimos en un Kid Gardner para niños estirados. Yo insistí que te inscribiéramos ahí ya que era muy prestigioso y aprenderías varios idiomas, aunque fuera costoso, pero no contaba con que te fueras a volver carnívora en tan poquitas semanas —la encaro y ella sigue riendo.
— ¿Carnívora? —Me burlo contagiándome su risa.
—Mordiste a un niño a las semanas de haber empezado clases. Nos llamaron ese día y tu papá estaba muy molesto. ¿No recuerdas eso?
— ¿Mordí a un niño? No. No recuerdo haberlo hecho.
—Tendrías como 4 o 5 años en aquel entonces. Estabas muy niña para recordarlo, pero en verdad lo mordiste.
— ¿Y por qué lo mordí?
—El niño se embobó de ti desde el primer día. Siempre te llevaba dulces de leche y otras cosas más que a tu papá no le gustaba, pero yo lo veía normal, hasta que un día llegaste muy molesta y me confesaste que ese niño te daba miedo porque siempre te miraba muy raro. Si tu papá se hubiera enterado de eso, te hubiera sacado, no sin antes poner en su lugar a ese niño. Como sabía que esa podía ser su reacción, te aconsejé que le dijeras que se alejara o si no tú lo acusarías con la directora, y si llegaba a sobrepasarse, que lo golpearas o mordieras. Al otro día, nos llamaron porque tú lo habías mordido. Admito que fue mi culpa…
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Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]
RomanceDaiana Cárdenas es ahora una psicóloga certificada. Se ha graduado con honores de la universidad y ha encontrado trabajo en una prestigiosa clínica experimental. Su vida, a un año de la separación rotunda y forzada con Fabián Aristiguieta, se ha vue...