Esto es guerra.

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Daiana.

¿Cómo es posible que no se detuviera a preguntar por lo que ocurría?

Solo se abalanzó a Roger sin más para golpearlo. Y lo hizo porque su rabia e ira lo están consumiendo.

Actúa como un niño al cual le quitan el juguete con el que le gusta jugar, y eso me enfurece tanto, aunque en realidad tuve miedo por Roger. Conozco tan bien a Fabián, que estoy segura que lo hubiera mandado al hospital grave y él hubiera parado a la cárcel por agresión a un agente federal.

Es que no piensa ni por un momento. Solo se deja llevar por su irracional ira.

Me enfurece eso de él.

Aunque me sorprendió mucho ver que se fuera sin lanzar golpes, o por lo menos una amenaza. Solo se fue, y me sentí terrible.

Quería verlo, ansiaba por verlo, pero tenía que volverse una locomotora descontrolada al ver que le daba un abrazo a Roger. Sé que no fue una imagen grata, pero, por qué no actúa como la gente normal y se detiene a preguntar por lo qué pasa.

Luego de que se fue, no quise ni hablar con Roger, el cual se fue cabizbajo y eso también me afectó.

El pobre necesita ayuda, y yo puedo dársela, pero ahora, con Fabián teniéndolo entre ceja y ceja, ya imagino los enfrentamientos.

Maximiliano no se salvó de su furia y casi lo mata una vez. No quiero que algo así pase con Roger.

Ya es lunes por la mañana y estoy preparando una vianda ligera, pero abundante para el día.

Salgo de la torre dirigiéndome al Audi. Salgo del estacionamiento y conduzco notando que me sigue una camioneta Harley-Davidson sin placa, negra. Estoy segura que me sigue ya que he girado en dos direcciones sin sentido y la camioneta ha hecho lo mismo.

Mis nervios se disparan al ver un semáforo en rojo y pasarlo a toda velocidad, llegándole por poco a otro carro.

Tiemblo increíblemente viendo que se detiene por la luz roja, pero yo conduzco aumentando la velocidad para que no me siga más…

Me exalto al escuchar mi móvil sonar. Lo ojeo y me relajo enormemente al ver que es Roger.

— ¡Dios santo! Roger, creo que me voy a morir de la…

—Daiana, soy yo. —habla con calma y yo parpadeo confundida—. Baja la velocidad que te perdí de vista en segundos.

Boto el aire que retenía y me estaciono.

En segundos, la camioneta se estaciona tras de mí y veo salir al agente Roger. Mi corazón salta de la impresión que tuve hace uno momentos y siento que no se quiere calmar con nada.

Roger llega a la ventana y la bajo, y así como baja el cristal, mis lágrimas se desparraman desbocadas.

—M…me asusté mucho…

Oculto la cara entre mis manos en sollozos. Siento su mano llegar a mi espalda mientras palmea. Su otra mano se posa en las mías buscando que las aparte.

—Fue mi culpa. Debí avisarte que te seguiría muy de cerca, pero no llores. Eso le hace daño al bebé. Ándale, déjame ver tu cara —logra apartarlas rosando su pulgar en mis mejillas, limpiándolas de la cascada que he soltado—. Estas a salvo. Mientras esté yo acá, nada malo te pasará. ¿Vale?

Asiento sorbiendo mis fluidos sintiéndome patética y avergonzada por mi estado. Sonríe y yo hago lo mismo.

—Ese susto no fue normal —le digo en medio de risas.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora