El desastre se avecina...

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La primera semana de enero pasó casi volando, y ya mañana es lunes y nos reincorporamos a laborar. Nos enviaron un comunicado en donde nos informaban que seguiríamos laborando sin ningún inconveniente, pero prestando la colaboración al agente encargado en las investigaciones que se está ejecutando.

La semana que pasó, estuve fuertemente vigilada por una patrulla que se estacionaba frente a la torre, sin contar que el agente Roger Brice se presentaba constantemente para preguntar por cualquier cosa que le quedaba en duda. No me podía permitir en negarle la entrada, así que se quedaba por algún rato tomando café mientras hacía preguntas.

Aunque ya no es tan agresivo como en un principio, no deja de mostrarse en algunas ocasiones a la defensiva y receloso con sus preguntas y su manera de mirar en especulación.

La próxima semana tengo la primera cita ginecobstetra en donde me pondré en control prenatal y estoy ansiosa. No he dejado de ver la grabación de mi bebé en la pancita ni de escuchar su fuerte corazoncito tamborileando. Es tan emotivo que es la única cosa que me mantiene aliviada y tranquila ante esta tormenta que tengo encima.

Ya decidí en contárselo a mi madre el lunes luego de salir del trabajo, y el martes a las chicas. Creo que ellas pueden saberlo, por ahora. Aún no quiero contarle nada a Fabián, y con el hecho de que no lo he visto, solo me coloca más decidida en no querer que sepa.

Escucho el timbre del intercomunicador y me levanto enseguida. Ya sé quién es y ya tenía un chocolate con pan listo para recibirlo. Contesto reconociendo su voz y lo dejo entrar.

En segundos, escucho que tocan a la puerta y abro detallándolo.

—Se siente el aroma del chocolate a la distancia —musita Roger dejando ver una medio sonrisa ladina.

El frio sigue inclemente, pero las tormentas nevadas han disminuido mucho, dejando ver a un agente mucho más sobrio y con un atuendo más ligero. La combinación de su chaqueta de cuero y camisa blanca, resaltar su piel morena y ojos brillantes enverdecidos. Su camisa deja ver poco más de ese tatuaje entero en negro, pero que aún es un misterio para mí.

—No se sienta tan especial, agente Roger —me burlo girándome para ir a la cocina en lo que el moreno me sigue—. Estaba antojada de tomar chocolate caliente con galletas y pan, solo que usted llegó a buena hora.

—Entonces debo sentirme mayormente bendecido que alagado —musita ingresando al apartamento cerrando la puerta tras él.

Estoy en la cocina sirviendo dos grandes tarros con chocolate caliente, cuando los levanto, me sorprende las agiles manos del agente Brice, el cual coge los tarros quitándomelo de las manos.

—Sirva los panes que yo la ayudo con esto —acota alejándose de a poco y yo asiento a la nada.

Me sorprendió, pero como se la pasa casi siempre acá, pues ya me ha ayudado con algunas cosas.

Nos ubicamos en los sofás en lo que deposito el plato con los panes y galletas, y Roger me extiende, con cuidad, el tarro de chocolate. Lo recibo con una sonrisa agradeciéndole.

— ¿Ya hiciste cita para el control del embarazo? —Indaga sorbiendo con cuidado.

Yo soplo dejando salir el vapor del tarro rebosante, y sintiéndome apenada, ya que a buena hora lo cogí como confidente hace dos días en donde me sentía deprimida y melancólica, hasta el punto de llorar por sentirme un fracaso y terminar mostrándole el video del eco de mi bebé.

—Sí, está programada para el miércoles —confieso sin mirarlo.

—Y, ¿has pensado en decírselo a tu madre?

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora