¿En verdad lo conozco bien?

268 35 7
                                    

Daiana.

23 de diciembre y estamos a la víspera de navidad.

Desde el entierro de Victoria no he salido del departamento. Me he encerrado acá sola y pretendo mantenerme acá hasta que culmine diciembre y pueda reincorporarme a trabajar y ocupar mi mente, ya que, aparte de que entramos a vacaciones decembrinas, se dejó de laborar luego del atentado, lo que nos tomó por vacaciones más extensas.

Solo saldré por algunas provisiones para comer, pero me niego a celebrar navidad y año nuevo.

No he encendido mi móvil y no lo quiero hacer. Estoy tan devastada que no puedo ni salir de la acama.

No he dejado de soñar con Vicky, y sé que no está bien, ya que la traigo a coalición con mi mente y no la dejo descansar, y sé que ahora me estaría reputiando la madre, pero sencillamente estoy en estado de negación absoluta y solo quiero que alguien llegue y me diga que está en algún hospital abandonada con amnesia por algún golpe que recibió a causa de escapar de sus captores, pero aunque intento recrear una novela, la realidad es que la encontraron fue a ella, y la similitud de nuestros tatuajes es la prueba absoluta de qué ese cuerpo brutalmente golpeado y maltratado era mi Vicky. Y cada que la pienso ahí tirada, siendo azotada por el frio y todo lo que sufrió, solo me hace preguntar, qué hubiera pasado si la entrada nunca se la hubiera dado.

Fácil. Nada de esto hubiera ocurrido.

Ni yo hubiera ido. Pero el destino es incorregible y ya tenía sus planes para ella.

Me atormento a cada hora pensando en cada una de las atrocidades que le pudieron hacer y me revuelco en la cama. Golpeo mi cabeza con brusquedad tratando de mitigar esos pensamientos perturbadores.

Intento nuevamente dormir, pero un sonido fuerte se escucha tras de mí. Me levanto, con algo de dolor de cabeza detallando la pared.

El sonido proviene del otro lado, y lo único que hay del otro lado de la pared es el apartamento contiguo, que hasta ayer pensé que estaba vacío, pero por lo visto se están instalando, ya que el ruido es de muebles acomodando.

Me levanto y voy enseguida al balcón divisando el balcón contiguo al mío. Es la habitación principal del apartamento y me descoloco al escuchar cómo siguen moviendo las cosas.

— ¡Oigan! —Grito molesta y parezco una loca gritando de balcón a balcón—. ¡Ey! ¡Ya dejen el bendito escándalo que intento dormir!

Son las 11 de la mañana, pero sencillamente quiero dormir.

El ruido cesa pero nadie sale a reprochar nada, así que ingreso de nuevo a mi habitación y me tumbo en la cama, haciendo que el dolor de cabeza vuelva.

Luego de unos minutos tratando de conciliar el sueño, desisto al ver que la cefalea no me deja.

Me levanto y voy en dirección a la cocina. Abro el refrigerador y saco toda la charcutería para hacerme un sándwich con todo.

Rebano los tomates y las cebollas junto con lechuga. Lavo todo y comienzo a rellenar varios panes con bastante mayonesa y salsa de tomate. Termino de hacerlo llevando todo los trastes al lavabo y fregando todo...

Al otro lado se comienza a oír música navideña junto con villancicos y me descoloco bufando en rabia.

— ¡Mierda!

Tampoco me puedo volver un Grinch ya que no sé cuántos niños hay en ese departamento, así que solo me voy con mi plato de sándwiches a la sala y enciendo el televisor para buscar algo en la web de canales de paga, pero como estamos a 23 de diciembre, solo hay películas navideñas y me frustro.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora