28 de diciembre y me encuentro muy temprano por la mañana conduciendo por las calles, ya muy transitadas, de la ciudad. Me desvío por un momento estacionándome en la parada en donde siempre espero a Adrián. Nos reuniremos luego de habernos visto por última vez en el entierro de Victoria, y aun no sé cómo reaccionaremos.
Lo veo llegar pero no me divisa. Viene vestido por completo de negro, al igual que yo. Arrugo mi entrecejo al verlo pasar de largo y coger su móvil marcando.
Mi móvil suena. Sonrío mientras niego en lo que lo cojo.
— ¡Hey! ¿Dónde estás? —indaga mi opaco amigo, llevando una mano a su nariz para limpiarla con la manga de su sudadera que le queda bastante larga.
—A un lado de ti —el rubio se gira de un lado a otro hasta que divisa el carro y lo veo sorprenderse.
Cuelga y avanza. Ingresa con algo de sigilo al deportivo detallando cada detalle.
—Esperaba ver el Maverick, no el Audi. —habla sin mirarme mientras sorbe de su nariz como si estuviera engripado.
Sus ojos están igual de irritados e hinchados que los míos, y su semblante es muy decaído. Lo detallo con cautela notando que no me mira, y noto que es porque está a punto de soltar en llantos.
— ¿Puedes mirarme? —le suplico con ternura.
Adrián se gira y sus ojos se vuelven cascadas. Nos unimos en un abrazo tan agobiante y desconsolado, que ambos sollozamos sin encontrar desahogo.
Luego de unos segundos calmándonos y dándonos ánimos, nos ponemos en marcha hasta mi destino.
Hoy quiero investigar algo que aún me mantiene confusa, y necesito la ayuda de Adrián. Voy conduciendo y le voy detallando el plan que ya llevo maquinando desde hace días.
—Puede que haya sido casualidad. —suelta mi amigo colocándose muy cómodo en la butaca.
—Puede que sí, pero prefiero indagar y salir de dudas primero. —mantengo mi vista fija en la carretera.
—Dudo mucho que te den información. —vuelve a acotar con algo de pesimismo.
—Es lógico que no me van a dar ninguna información sin ser una representante legal, por ello es que vas tú conmigo.
— ¿Y yo qué tengo que ver en eso?
—Solo necesito saber si vas a ayudarme o no. —indago con un tono fuerte.
— ¿Te he dicho que de un tiempo para acá tu actitud me ha comenzado a causar miedo?
Manejo sin detallarlo.
. . .
Llego a pie al portón de seguridad de la institución privada, esperando a su obrero de seguridad, quien llega hasta mi dirección.
— Muy buenos días. Me gustaría hablar con la directora del plantel para gestionar la inscripción de un niño. —sonrío mostrándome muy dulce.
— ¿Viene con cita previa?
¡Joder!
—No, pero sé sobre la eficiencia de esta institución privada, y quería venir en persona para detallarla y poder hablar directamente con la directora. Quiero inscribir acá a mi hijo y no me importa pagar lo que deba pagar.
La mujer mayor me detalla con sigilo.
—Deme un momento.
Asiento con tranquilidad viendo cómo se aleja.
En minutos, la mujer aparece en mi campo visual jugando con las llaves en sus manos. Es un claro indicio de que abrirá la puerta.
—El director quiere saber si tienes los papeles del niño para formalizar la inscripción.
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Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]
RomanceDaiana Cárdenas es ahora una psicóloga certificada. Se ha graduado con honores de la universidad y ha encontrado trabajo en una prestigiosa clínica experimental. Su vida, a un año de la separación rotunda y forzada con Fabián Aristiguieta, se ha vue...