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Holaaaaaaaa

Que emoción. Ya la historia llegó a 1k de visitas. Gracias por el apoyo. Este cap está dedicado a @AnaReyes78

Gracias por tanto apoyo. 🥰😘😍

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Ya es la una de la tarde y me encuentro recostada en el sofá con mi antebrazo cubriendo mis ojos. Se me ha estampado un dolor de cabeza tan atroz que no puedo siquiera mirar la luz, ya que se intensifica.

Le pedí a Estefany que no llamara ni dejara ingresar a nadie. No estoy para hablar con nadie hoy.

La simple idea de que alguien pueda estar utilizando el Condicionamiento de Pavlov en un paciente con varios trastornos, es de despreciar.

El Condicionamiento Pavloviano, o Condicionamiento Clásico, es una especie de estudio que prueba las emociones y las puede cambiar a voluntad, pero este procedimiento es rechazado ya que sobrepasa los límites de la ética científica por manipular las emociones humanas.

La persona que haga una cosa así, solo puede ser alguien ya estudiado y capacitado para llevar acabo un procedimiento tan complejo como este. Pero todos los que estudiamos esta profesión, se nos advierte en el primer año de estudio, que llevar acabo un procedimiento así, puede llevarnos a perder la licencia (en un evento muy leve), hasta la cárcel.

Y otra cosa aún más extraña es no poderme sacar de la cabeza la imagen de Caleb ni León. Sé que muchos dirán que es la misma persona, pero están muy lejos de la realidad. Son dos personas totalmente distintas: Caleb se notaba dócil y tranquilo, aunque es bastante exigente y muy mimado. Pero León era todo lo contrario: un sujeto que se notaba tener ira y furia en su interior. Ambos portaban la misma armadura, pero la llevaban puesta conforme sus necesidades.

La mirada de Caleb me trasmitió mucha inquietud y extrañez. Pero la de León fue algo más calma y serena, a pesar de que sus personalidades fueran contrarias.

Cada que pienso en ambos, me quedo pensando en lo interesante que hubiera sido finalizar la sesión y poder hablar con los dos...

Mi teléfono cimbra con un whatsapp y no lo quiero ni mirar. No me muevo ni un solo centímetro del lugar donde estoy...

Tocan a la puerta y chasqueo la legua en fastidio. No quiero recibir a nadie.

— ¡Daia, sé que no quieres hablar con nadie, pero déjame entrar que necesito contarte algo con urgencia!

Adrián es un pesado cuando se lo propone.

— ¿Quién se está muriendo? —Logro hablar en decibeles un poco altos.

—Nadie, pero...

—Entonces no es una emergencia. Vete.

—Daiana, por favor. Te metí en un problema y necesito que me ayudes a sacarte.

¡¿Me metió en un problema?!

¡¿Ayudarlo para sacarme?!

¿Acaso es coherente lo que dice?

No, no, no, no. Hoy no, por favor.

Me levanto sumamente molesta y abro la puerta con la peor cara que pueda tener. Miro a Adrián y bufo.

—No me gruñas que aún no te he dicho lo que pasó.

Me giro arrastrando los pasos hasta el escritorio. Tomo asiento y el rubio se sienta frente a mí con tanta elegancia que estoy que le lanzo algo para que se deje de payasadas.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora