Víspera de Año Nuevo y por la noche ya me encuentro en casa de mi madre. Los días se han pasado muy lento últimamente, y es frustrante.
Adrián me pidió que la quería pasar conmigo, así que le dije que viniera, y ambos nos encontramos con una copa de vino, vestidos de negro, frente a una foto de mi padre y Victoria.
Será un nuevo comienzo de año sin mi papá, el cual ya tiene más de un año sin nosotras, y sin Vicky.
Ambos chocamos nuestras copas al escuchar las campanas previas al fogonazo en despedida del año viejo, y recibimiento del nuevo año.
Se hace el conteo regresivo viendo a mi madre y mi hermano comiendo las uvas tras cada segundo con los ojos cerrado pidiendo deseos. Se me hace chistoso y no puedo evitar reír al verlos casi ahogados.
—Daia…, ve y coge…coge la maleta —avisa mi madre medio ahogada.
La miro confundida sin entender, hasta que me giro y mi cara se descuadra al ver a Adrián llegar a mí, cogerme de la mano y halarme fuera de la casa con una enorme maleta de rueda en su otra mano.
— ¡Me vale verga! ¡Este año me voy de viaje! —grita el rubio loco en medio de una carrera que me deja votando el vino de la copa. Se detiene y me encara con los ojos encharcados, pero con una sonrisa en sus labios, connotando una tristeza tremenda que trata de ocultar—. ¡Tómala!— me extiende la maleta—. Tú la sostienes de este lado y yo del otro. Ambos nos largamos de viaje.
Corremos agarrados de la maleta por toda la cuadra de la casa viendo a los vecinos preparar los fuegos artificiales para darle la bienvenida al año nuevo, y mi corazón se oprime en una tristeza cruda al saber que dejamos atrás a nuestra Vicky.
Este fue nuestro último año con ella y no logramos despedirnos.
Con maleta en mano, llegamos al final de la cuadra y se da el fogonazo junto con los centenares de pólvora que lanzan al cielo nublado de una noche semi nevada. Ambos nos miramos detallándonos en llanto sin poderlo evitar.
Soltamos la maleta y nos envolvemos en un abrazo crudo que nos desconcierta, ya que nos encontramos llorando en medio de sollozos y gritos desesperados.
Nos quema el tener que despedirnos por segunda vez de ella, y más en una época tan emotiva como esta.
Adrián se separa de apoco arrodillándose frente a mí en lo que deposita un beso tierno en mi panza.
—Feliz Año Nuevo también para ti, hermoso ser de luz. —musita con su voz quebrada.
Me arrodillo junto a él y lo abrazo con ternura.
En par de segundos, nos recomponemos y comenzamos a avanzar a la casa con la maleta, saludando a uno que otro vecino, los cuales se encuentran en algarabía gritando y bailando con efusión por el fogonazo del nuevo comienzo.
En lo que vamos llegando, me fijo que fuera de la casa se encuentra la camioneta de Sergio, y mis bellos se erizan al ver a Andrea abrazada con Yuli mientras se consuelan. Ambas están intentando calmarse con Julio y Sergio apoyándolas. Adrián me sostiene la mano con fuerza tratando de trasmitirme fuerza.
Avanzamos, y al estar lo suficientemente cerca, Andrea me detalla. Se limpia el rostro y se endereza. Yuli hace lo mismo observándome en segundos. Llegamos a estar de frente y yo solo les puedo sonreír con nostalgia mientras abro mis brazos.
—Feliz Año Nuevo, mis niñas. —mi voz se quiebra pero no dejo de sonreírles.
Las chicas llegan a mi pecho acunándose en mí, en lo que las estrecho, llevando una mano a Adrián para halarlo y envolverlo entre el abrazo que doy entregando mi alma en esos segundos valiosos para ellos, que necesitan de un empujoncito para seguir adelante.
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Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]
RomanceDaiana Cárdenas es ahora una psicóloga certificada. Se ha graduado con honores de la universidad y ha encontrado trabajo en una prestigiosa clínica experimental. Su vida, a un año de la separación rotunda y forzada con Fabián Aristiguieta, se ha vue...