Victoria está bien. Lo sé.

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Hola preciosas.

No sé les olvide votar mis nin@s

Besos y les deseo feliz lectura.


. . .

Me encuentro conduciendo por las calles de la ciudad con Adrián y Franco a bordo y mi corazón desbocado.

Luego de ir a su departamento y tocar por más de media hora, me encaminé el coliseo y ciertamente, no había ni un alma en toda el área. Es como si realmente todo fuera falso. Franco se encuentra llamando a la emisora, pero nadie contesta. Sigo dando vueltas sin detener mi marcha, ya que no quiero pensar ni un poco.

—Podemos ir a colocar la denuncia —comenta Adrián.

—Debe haber 72 horas de desaparición para ordenar una búsqueda —hablo robóticamente girando el volante mientras ingreso por otra calle.

— ¿Ya llamaron a su madre? —Sigue indagando mi amigo tratando de ocultar el temor que lo invade.

—Si. Ella me está escribiendo ahora mismo que ya contacto a toda la familia y nadie la ha visto. Quiere que busquemos en ambulatorios, clínicas y hospitales.

—También en comisarías y… —me callo. No quiero ni pronunciarlo.

Al comenzar con nuestra propia búsqueda, llamé a Andrea y Yuli, quienes salieron también a dar vueltas y a cubrir más espacio. Ambas mujeres no podían creer lo ocurrido, pero solo comenzamos a buscarla sin decir más palabra.

Mi teléfono cimbra. Es Andrea. Enseguida se lo paso a Adrián, el cual contesta.

—Dime, Andre —se hace una pausa—. Ya fuimos a ese. Mejor cubre el Liberti Central que aún no va… ah. Ok. Ya salimos de ese… vale, ya le digo a Daia —cuelga y me encara—. Dice que nos reunamos todos en el centro, en la plaza para conocer detalles.

Giro el volante sin pronunciar palabra. Ya a estas alturas me siento tan culpable que no concibo respirar.

En menos de 10 minutos me encuentro estacionando en la plaza. Todos nos bajamos. Diviso en el centro a un grupo de personas. Entre ellas están: Andrea, Yuli, Julio, Sergio, la madre de Victoria, quien ya había visto antes. Es una mujer robusta, alta y rubia, con algunas facciones de Victoria, y unas chicas que asumo son familia. Llego con ellos y todos me detallan.

— ¿Quién te dio las entradas? —Comienza Andrea con un semblante decaído.

Mis nervios se disparan en segundos.

—Me llegó a la oficina. Decía que me había ganado una entrada para el concierto de Caramelos de Cianuro que estarían…

— ¿Caramelos de Cianuro? —Me interrumpe una de las jóvenes—. Pero si ellos no se van a presentar en esta ciudad. No esta gira. Yo les hago seguimiento y no tenían pautado nada por acá.

Niego aún más nerviosa.

Esto es mi culpa.

— ¿Por qué no estabas con ella? —La madre de Victoria llega a Franco mientras lo encara con los ojos hinchados—. ¡Tú debías estar con ella! ¡¿Dónde estabas?!

La mujer se quiebra y Franco no concreta palabra. Como puede le intenta explicar sobre su empleo, pero nadie entiende.

—Tengo entendido que les hicieron una atentado en la clínica esa donde trabajan —la misma joven me señala con molestia—. ¿No les parió la cabeza de que esas entradas eran falsas y querían joderlos?

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora