Trascurso del día / Centro de detención para mujeres.
Roger.
Diviso a Helena Valenzuela del otro lado del cristal. Está sentada con ambas muñecas esposadas a la mesa. Por intervalos de tiempo, noto cómo tuerce su cuello velozmente, llevando su mirada a algún punto de la habitación, en lo que su aspecto cambia.
Puede que esté fingiendo, pero su actitud es la de una persona con demencia.
Cojo la carpeta con las pruebas que necesito e ingreso al salón de interrogatorio. La mujer vuelve su mirada perdida a mí, y cambia todo su aspecto en segundos.
— ¿Cómo se encuentra, Valenzuela? ¿Cómo la han tratado? —Investigo tomando asiento frente a la rubia, quien parece encogerse de hombros—. Si necesita algo, no dude en pedirlo.
—Quiero saber ¿cómo está mi hija? —Habla sin mirarme.
Desde que ambas ingresaron, Morelos pidió, estrictamente, que no dejaran que su madre se acercara a ella, por lo que la fiscalía dictamino que cumpliera su reclusión en confinamiento, lejos de las demás privadas, incluyendo a Valenzuela.
Morelos se mantiene firme en que su madre la obligó a esto; qué ella nunca quiso involucrarse en nada, pero siente que su madre la indujo para hacerlo. Se mencionó la palabra, ¨Condicionamiento de Pavlov¨, y mis vellos se erizaron completamente.
Si esto es real, se manejó la mente de Morelos y Colombi al antojo que Valenzuela quiso, pero también puede ser falso, y mi trabajo es descubrir la mentira.
—Está bien. La mantenemos apartada por motivos de seguridad.
—Intenté hablar con ella, pero me esquivó el primer día aquí. Eso fue muy extraño.
—Lógicamente. Puede que esté afectada por todo lo ocurrido. Ya se le pasará. Ahora…
—No me entiende; conozco a mi hija. Sé que algo le pasa, lo sentí en su mirada, en su expresión, en la forma de caminar y hablar. A ella le ocurre algo más. Déjenme hablar con ella, por favor —une sus manos en suplica—, déjenme verla.
—Por ahora eso no será posible. Usted incurrió en un crimen muy grave y eso la priva de cualquier petición…
— ¡Ese hombre le hizo algo a mi hija! —Llora desconsolada—. Su carita… su carita no se veía nada bien. Algo le hicieron a mi hija, lo pude ver, lo pude sentir.
—Cuando dice, ese hombre, se refiere a…
—A Fabián Aristiguieta —pronuncia aquel nombre que me causa desazón en la boca—. Ese hombre le hizo algo a mi hija. Estoy segura de eso.
—Se le hicieron varias pruebas y exámenes; no hay ningún rastro de violación o de algún acto sexual consensuado. A demás, su hija afirma que nunca estuvo secuestrada.
— ¿Ella dijo eso? —Inquiere en confusión.
—Y no solo eso. Afirma que usted idealizó el plan de secuestro a la Dra. Daiana Cárdenas y manipuló a Caleb Colombi para que participara en está treta en contra de Fabián Aristiguieta —sus ojos están abiertos de par en par por la impresión. Traga grueso en lo que la veo desvariar con algo—. Helena —golpeo la mesa, logrando que me encare—, concéntrese en mí. ¿Cuál era su plan? ¿Qué figuraba Cárdenas en esto? ¿Por qué atacarla? ¿Quién era realmente su objetivo?
—Mi plan era que Caleb se alejara de mi hija: Él estaba demasiado obsesionado con Valentina y necesitaba que se apartara de ella.
—Entonces ¿la alejó buscándole otro demente que se fijara en ella? Interesante. ¿Dónde recibió su título?
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Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]
RomanceDaiana Cárdenas es ahora una psicóloga certificada. Se ha graduado con honores de la universidad y ha encontrado trabajo en una prestigiosa clínica experimental. Su vida, a un año de la separación rotunda y forzada con Fabián Aristiguieta, se ha vue...