Ya no tiene marcha atrás.

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Se llegó el martes, y en efecto, Gálvez no se presentó a la sesión. No me sorprende en lo más mínimo aquello. Lo que estén cocinando, está a punto de estar listo.

El miércoles Caleb tampoco asistió a la consulta, pero de él no tenemos ninguna información. Mientras esperamos, voy preparando algunos informes y revisando otros proyectos que se ciernen en la clínica.

Me coloco a revisar ciertos expedientes de proyectos pasados y me sorprendo enormemente al descubrir un caso bastante polémico que muestra un posible caso de Condicionamiento Clásico Pavloviano en una paciente, la cual fue afectada.

Abro el expediente y leo.

Su nombre es Sara Gamboa, de 24 años de edad. Es una chica morena y bastante bonita. Remite al centro clínico al descubrirse en muy malas condiciones anímicas luego de que su pareja la abandonara, y se describe con mucha depresión que no puede controlar, hasta un punto suicida.

Sara describe que ella solo estaba en un principio con él por gusto, pero ese gusto fue muriendo con el paso de las semanas y ella había ya decidido en terminar la relación. Su pareja, Edward Johnson le pide una oportunidad muy insistentemente, a lo que Sara admite haberle aceptado un plazo de un mes.

¡Qué error!

Sara comenta que en ese mes, Johnson tomó una actitud muy dulce las primeras semanas: le llevaba el desayuno a la cama y las meriendas a su trabajo, lo cual ella veía como un último acto de su parte. La tercera semana, su estancia fue mucho más unida, hasta el punto de que Johnson se la vivía día y noche en casa de Sara. Eso ella aun lo veía normal ya que pasaban mucho rato junto los fines de semanas.

La última semana de prueba, Johnson le avisa sobre un viaje de negocios al que debe partir y Sara no se opone, pero ella describe que al momento de él marcharse, comenzó a experimentar ataques de ansiedad, taquicardia, perdida del sueño y asfixia. Se sentía muy deprimida y sola. A los cinco días, Johnson regresa de su viaja y Sara nota que todo ha cambiado: ya no siente esa asfixia ni ansiedad.

Sara comenta que cada que él se iba a cualquier sitio por unos días, se sentía entrar en depresión que la atacaban con brutalidad, y tenía que ir tras de él para poder sentir calma, hasta el punto de que no podía vivir sin él.

Sara comenta que Johnson comenzó a fastidiarse de la codependencia de Sara, que la dejó, a lo que Sara se intenta quitar la vida en dos oportunidades.

¡Dios mío!

Lo que más me asombra es que el caso aún sigue vigente y Sara sigue en las consultas cada miércoles con el Dr. Javier Sepúlveda...

¡Conque sí, eh!

Me pongo en pie a gran velocidad y me voy a los salones de vigilancia, en donde se lleva a cabo la sesión de Sara Gamboa.

Al llegar al pasillo, me encuentro a Javier saliendo del salón de vigilancia. Ambos nos miramos y el arruga su entrecejo.

—Hoy no viene Colombi. ¿Acaso nadie te...?

—Eres un ser humano despreciable —escupo con rabia encarándolo. Javier se le descuadra el rostro en furia—. ¿Crees que no lo notaria? Te confabulaste con Valenzuela para joder todo el proyecto. Estas trabajando a Colombi y Gálvez con Condicionamiento Clásico para armar esta basura, pero ya lo descubrí todo.

Su ceño se arruga en una mueca de confusión total.

— ¿Piensas que estoy con Helena para joder el proyecto? Entonces ¿cómo me explicas que te ayudé para que te metieran nuevamente al proyecto en el que ella te quería fuera? A ver, dime.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora