Primera sesión: Gálvez.

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El día martes se dio la sesión con Eugenio Gálvez en uno de los salones de entrevistas, donde hay una mesa en medio del salón y un espejo enorme en una de las paredes en frente. En cada momento me sentí vigilada y era obvio. Es un espejo en donde vigilan toda la sesión. Pero volviendo con Gálvez, puedo decir que este hombre me dejó muy extrañada.

Su porte es la de un hombre tosco y distante, pero al ponerlo a dibujar, nos fijamos que le gusta colorear con colores claros. Se afincaba más en los bocetos donde había paisajes y figuras femeninas, pero no lo hacía con ningún morbo. Es más, era más su fascinación por colorear el cabello y su ropaje. Su calma era increíble.

También noté que le costaba dibujar los rostros de personas sin importar su género. Sencillamente no las dibujaba, y eso habla de sus inseguridades por mantener contacto visual.

Lo más extraño fue cuando la Dra. Helena mantuvo una conversación simple con él. Gálvez se contradijo infinidades de veces solo porque Helena lo hacía. O sea, no mantenía una sola cosa por la cual creía: si Helena le decía que el cielo era azul, Gálvez no objetaba, y si rato después le decía que el cielo era verde, él solo lo aprobaba como si en verdad fuera eso.

No mantenía una creencia concisa.

En pocas palabras: Es una persona muy manipulable.

La entrevista finalizó con ambas despidiéndonos de él y él mostrando mucha fascinación por mi colega, quien mantenía una sonrisa radiante. En ese momento, hice algo frente a él que me dejó pensando.

El paciente sale del salón y me quedo sola con Helena.

—Lograste notar todo —indaga la rubia.

—Es un peligro un hombre con tanto poder y siendo tan fácil de manipular andando por la sociedad.

— ¿Entonces opinas que es manipulable?

—No solo eso. También noté que siente miedo ante Sepúlveda. Esto no lo vi en la sesión, pero si en las entrevistas anteriores, y eso solo dice su miedo por hombres dominantes como lo fue el tío que abusó de él.

—Interesante. ¿Algo más?

—Sí. El sujeto está fascinado con usted, Dra Helena. Es a la única persona en todo este proceso a la que mira fijamente. Él parece tenerle mucha confianza y se siente seguro hablando con usted, pero aún hay algo que no me cuadra.

— ¿Y que será eso? —La voz del Dr. Roa me hace saltar del susto al verlo ingresar.

—Bueno... me fijé que no habla de su condición. Es como si no la tuviera.

— ¿Será que me lo puedes explicar mejor? —Se cruza de brazos Roa mirándome fijamente.

—Cualquier paciente con alguna condición, solo busca indagar sobre eso y hace preguntas constantes sobre su problemática. Gálvez nunca habló sobre el síndrome, ni buscó saber de él. Es más, ni siquiera mencionó algo al momento de ver la sangre en mi muñeca.

Señalo la mancha que hice con la sangre de Adrián, y que tenía en un tubo de ensayo preparado para este momento.

A la Dra. Helena se le transforma el rostro en segundos.

— ¡¿Cómo pudiste hacer una cosa tan aberrante?! —Me quedo en mutismo. Sabía que podían regañarme por eso, pero aún no le resta el hecho de que me sienta mal. Su cara se torna roja—. ¡Fuiste irresponsable al hacer una cosa tan baja como...!

—No sea tan dura con ella, Dra. Helena. Fue muy arriesgado lo que hizo, pero acaba de descubrir algo —el Dr. Roa me defiende y veo como Helena traga grueso—. Si fuera un verdadero paciente con el síndrome, en segundos hubiera reaccionado ante la sangre de la Dra. Cárdenas, pero no fue así. Entonces, imagino que algo oculta Gálvez —Roa va enseguida a mí sosteniendo la mano manchada en sangre—. Espero no haya sido profunda la herida.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora