¡Por favor... detente...!

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⚠️ADVERTENCIA⚠️

Este capítulo contiene escenas eróticas, graficas, y violentas. Se pide total discreción.

Saltarse el capítulo entero no es opcional. Es imperativo leerlo. Espero les guste mi verdadera naturaleza…

Jadeos…

De mi garganta salen solo jadeos incontrolables.

Gemidos…

Alexaider suelta gemidos muy sutiles pegado a mi oído.

Los espasmos que mi cuerpo da no son normales. Pero Alexaider tiembla afianzando su agarre en mis muñecas mientras frota su pelvis contra mi muslo, y el suyo frota mi entrepierna sensible y empapada.

Dejo escapar un gemido que estuve reteniendo por mucho rato. Su otra mano esta puesta en mi ceno derecho. Su pulgar e índice juegan con mi endurecido pezón, acabandolo de pellizcar con tal fuerza que me arranca un gemido violento.

—Quieres que haga un desastre en ti ¿verdad? —Gruñe pero su voz tiembla.

Niego. De mis labios no sale nada. Si digo cualquier cosa, temo dejar escapar solo gemidos, y no quiero. Estoy muy excitada y mi entrada está hecha una inmensa laguna con la forma en la que frota su muslo en ella y en como sus dedos arremeten contra mi pezón sensible, pero no quiero que me vea aún más vulnerable de lo que estoy.

Muerdo mis labios y arqueo mi espalda al sentir sus labios húmedos y fríos recorrer mi cuello con su lengua rasgándome la piel, y mis piernas se mueven en desesperación al no poder mover mis brazos. Pero me froto a su miembro sin querer y este arremete con más furia mi muslo. Es como si me penetrara con su gran y grueso miembro.

Estoy delirando, pero imagino que ya está dentro de mí y que sus envestidas son en mi interior, y solo logro descargar una tanda más de mis jugos, los cuales ya traspasan la tela de mi blúmer, dejando su muslo endurecido, mojado por mí.

Su mano abandona mi ceno, dándole tregua, pero se ensaña con el otro. Sus dedos estimulan el pezón y la sensación hace que un hormigueo viaje hasta mi entrepierna, logrando que, con las envestidas de su pierna, se me escape otro gemido.

Alexaider vuelve a temblar deteniéndose por completo. Su respiración es muy pesada y entrecortada. Es como si le costara controlarse.

—Mi muslo está encharcado. Es imposible que estés así solo por estimular tu pezón, ¿o hay algo más?

No respondo. Aunque tuviera cómo refutarle, no puedo abrir mi boca. Quiero gemir y me contengo.

Pero…

Esto lo tiene mucho peor a él que a mí, aunque intente ocultarlo, así qué… ¿Por qué no jugar con eso?

Mis pensamientos se oscurecen y sonrió ligeramente. Le devolveré su jugada.

— ¡Mmmmm! —Dejo salir arqueándome nuevamente. Aprisiono con mis muslos el suyo y me froto con los movimientos de mi cadera—. Sigue —suplico.

Lo siento tensionarse y dejar de moverse.

¡Lo tengo!

—Dame más —vuelvo a suplicar en ronroneo—. Se siente rico…

Su mano abandona mi ceno y viaja con brusquedad a mi quijada, presionándola con fuerza. Se reclina haciendo que su nariz roce con la mía.

—No juegues conmigo —gruñe con un tono en su voz de ofensa y rabia.

—Pero si el que juega conmigo eres tú —refuto con un tono muy sensual—, y tu juego me gusta.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora