Proceso Pavloviano.

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Holaaaaaaaa!!!!
Este capítulo va dedicado a AlejandritaFlorec
No había notado que nos hablamos desde la.primera historia y eso me gustó mucho. Disfrútalo.

. . .

Es jueves por la mañana y ya luego de haber llegado a la clínica, me instalo a preparar todo ya que la sesión de Gálvez es a las 10:00am y entraré con la Dra. Helena.

Termino de leer de nuevo su expediente, cuando me tocan a la puerta. Al abrir, veo a Adrián con su cara algo seria. Creo que piensa que aún sigo molesta.

Luego de disculparme por cómo me comporté ayer, comienzo a contarle todo el drama que viví la noche anterior, y está que no se lo puede creer.

— ¡Que alucinante, Daia! —Se echa aire con una hoja mientras está con cara de llegar a un orgasmo solo—. Sabia que Lhisemberg era muy autoritario y se le nota lo malgenioso que es, pero haberle dado una paliza a cuatro hombres él solo, y mandar a uno al hospital, es demasiado demencial ¿no crees?

Niego mientras me recuesto.

—Eso me aterró mucho.

—Oye, ¿y no te ha escrito? —Niego revisando mi móvil por enésima vez—. ¿Y porque no le escribes tú?

— ¿Y qué le voy a decir? No sé ni qué voy hacer si me lo llego a encontrar.

—Pues solo dile que tus amigos aún están vivos. Que no se dé a la fuga por eso —comienza a reír con euforia y yo lo acompaño—, pero que no intente terminar el trabajo.

—Eso último no me dio gracia. El marinovio de mi prima aún está en el hospital. Eso nos asustó mucho a todos.

—Bueno, pero vele el lado positivo: si así como pelea lo mueve en la cama, te dejará inconsciente y sin poder levantarte al día siguiente.

Sus carcajadas son estruendosas y yo en verdad que no quiero oírlo.

—Deja tus chistes malos y dime si ya hablaste con tus padres sobre cancelar el compromiso.

Su sonrisa se borra en segundos tragando grueso.

—Daia, eso no puedo hacerlo.

—Entonces ¿en verdad me sugieres que nos casemos?

—Juro que yo cocinaré y me volveré el amo de casa para atender todas tus necesidades y...

—Cállate —fulmino enderezándome.

—Soy un maestro en la cocina y seré tu amigo fiel y confidente. Podrás revolcarte con el hombre que quieras, pero que no sea en nuestra cama. Y harás todo lo que te plazca...

—Adrián, no me casaré contigo, punto.

Lo veo hacer un mohín mientras se encoge de hombros y sus ojos se vuelven de cristal.

—Eres la única que puede ayudarme. Te lo suplico —se levanta y llega cerca de la silla mientras se hinca—. Por favor, Daia. Eres la única que me puede salvar de esto. Te suplico que me ayudes.

— ¡Ok! Te ayudaré, pero ya levántate.

Adrián se pone de pie con una sonrisa increíble.

—Ahora cuéntame. ¿Qué ha pasado con Javier y tú?

Su sonrisa se borra nuevamente mientras toma asiento frente a mí.

—Nada.

Lo miro irritada porque sé que algo me oculta.

Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora