Tiempo atrás / Estacionamiento de las residencias de Fabián.
Adrián.
Veo a las chicas avanzar con torpeza por el estacionamiento con mis pantalones entre sus manos, y yo me encuentro cohibido desviando la mirada de Javier, quien no para de detallarme.
Estoy con mi corazón martillando mi caja torácica por la presión, y el alcohol no ayuda mucho a mi estado.
Bendita la hora en la que decidí salir a tomar con Victoria y Daiana para desahogarme de éste hombre, ya que ahora lo tengo a un lado viéndome semidesnudo y yo solo quiero salir corriendo.
Si no lo miro, no pasa nada. Si no lo miro, no pasará nada.
— ¿Por qué estas sudando? —Indaga el azabache con una voz más cruda y gruesa—. Hace mucho calor ¿verdad? ¿Quieres que te de aire?
Sigo ensimismado ignorándolo. No quiero caer en su…
Me tenso enormemente el escuchar el tintinear de una hebilla. Me giro quedando perplejo al ver a Javier extrayéndose los pantalones.
— ¡¿Qué haces?! —Jadeo ante esas palabras saliendo de mí.
—Tú mismo estas sudando. Eso indica que hace calor. Por ende, yo también lo tengo. ¿La solución? Quitarme la ropa y refrescarnos un poco —dice eso ultimo al sacar sus piernas del pantalón junto con los zapatos.
No puedo ni tragar la saliva que se acumuló en mi boca de la impresión y nervios. Niego intentando desviar la mirada de la erección mundialista que se le dibuja en el bóxer, y que me hace salivar mucho más.
—Y…yo no dije q…que tuviera calor, usted s…se…
Me veo interrumpido al sentir la aproximación del azabache. Me congelo al sentir su mano llegar a mi muslo mientras sus dedos se adentra entre mis piernas.
—Dime en mi puta cara qué ésto que te hago sentir no te gusta, y te creeré —ronronea en un gruñido tan sutil, rosando sus labios en la piel sensible de mi oído—. Y aunque me lo digas… —lleva su mano con brusquedad a mi quijada obligándome a mirarlo—…, me aseguraré de que tu cuerpo te desmienta.
Mi boca se seca e intento retroceder, pero choco con la puerta dejándome arrinconado y sin salida. La mano que está entre mis muslos, se adentra mucho más hasta llegar a mi zona erecta y reacciono al instante llevando las mías para apartarla, pero soy sorprendido al ser pegado con furia al respaldar de la butaca, la cual cae al asiento trasero con todo el cuerpo de Javier encima del mío.
Jadeo fuertemente al sentir como separa mis piernas adentrándose en ellas con sus filosas caderas.
— ¡Basta! —Golpeo su torso intentándolo alejar—. ¡No puedes hacer…!
Mis palabras quedan en el olvido al interrumpirme con aquel beso desenfrenado que me roba la respiración con sus labios envolventes y dulces. Su lengua se adentra con ferocidad por mi cavidad degustando de cada tramo de mi boca húmeda.
Mis piernas están abiertas ante él, quien pega su pelvis por completo a la mía, haciendo que nuestros miembros se froten sobre la tela humedecida de los bóxeres.
Las caderas de Javier comienzan un movimiento circular muy lento, en donde adentra y aleja su pelvis, dejando que mi miembro sea sobrepasado por la descomunal bestia que se agiganta entre ambos. Se frota tan deliciosamente sexy, que jadeo entre sus labios con mayor intensidad cada que arremete en mi contra.
Separa nuestras bocas y apenas noto lo aferrado que me encuentro con uñas a sus muslos.
—Dime entonces —musita rosando la punta de su nariz a mi mejilla en lo que sus labios cálidos rosan los míos—. ¿Te gusta lo que te hago, o no? —Muerdo mis labios negándome a responder, pero, ¿a quién quiero engañar? ¡Esto me encanta! Lo veo soltar una sonrisa ladina tan perversa, que un fuerte espasmo recorre mi ingle—. Te voy a sacar esa respuesta aunque sea a gritos.
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Tu Amarga Esencia [Saga Esencia] [Libro •2]
RomanceDaiana Cárdenas es ahora una psicóloga certificada. Se ha graduado con honores de la universidad y ha encontrado trabajo en una prestigiosa clínica experimental. Su vida, a un año de la separación rotunda y forzada con Fabián Aristiguieta, se ha vue...