Capítulo 89: Los recuerdos del incomprensible pasado.

172 35 4
                                    

En la penumbra de la habitación llena de muebles viejos pero bien cuidados, JungKook mantuvo su mirada sobre el rostro levemente iluminado de la mujer que reconocía como su madre.

—Mamá también morirá, ¿eh? ¿Cómo podía decir eso... Y morir tan joven? —su mano pálida se apretó en el borde de la silla mientras su cabeza pensaba—. Gracias a eso, no recuerdo qué clase de madre eras. Todo lo que recuerdo es una cama blanca y el olor a medicina. Todo lo que recuerdo es lo divertido que fue para Goo y para mí visitarte en el hospital cada semana... —JungKook bajo la mirada y guardó silencio por unos momentos, al hablar de nuevo, su voz fue insegura—: ¿Fue divertido...? No... —sus ojos oscuros volvieron a mirar la cara del retrato—. Eso no es cierto. No fue divertido... Al menos no para mí.

La cabeza confusa y llena de recuerdos diluidos poco a poco fue aclarándose ante el recuerdo vívido del pasado.

—Lo dejo. —La voz chillona del pequeño niño fue quejosa cuando arrojó la libreta lejos de sí. Sus ojos de pestañas largas se cerraron con el entrecejo fruncido y negó con la cabeza manteniendo un rostro lleno de sentimientos agraviados—. Ya no quiero dibujar nunca más.

Ante la reacción escandalosa del niño, otro niño físicamente igual a él, le miró con ojos grandes de ciervo pero no dijo nada, se mantuvo en su lugar sosteniendo las crayolas en su pequeña mano. La mujer sentada en la cama de sábanas blancas, soltó una risita mientras veía la situación, su tez pálida se iluminó y su cabello largo le hizo resaltar aún más.

—Goo y tú son gemelos, pero no se parecen en nada. —La mujer se acarició la delgada muñeca ligeramente mientras seguía sonriendo—. A Goo realmente le gusta hacer dibujos.

—Porque dibujar no es nada divertido. —El hermano mayor se quejó ligeramente mientras mantenía una expresión llena de lamento.

El hermano menor sonrió con las mejillas rojizas y rápidamente, ante los ojos de la mujer, halago a su hermano mayor con lo que pudo ocurrírsele en ese momento:

—Mamá, a Kookie le gusta correr afuera, él es el mejor corriendo.

La animada charla entre todos se vio interrumpida con la llegada de pasos pesados, un par de mocasines se detuvieron frente a la libreta de dibujo tirada en el piso de azulejos limpios, el hombre se inclinó y recogió la libreta con una sonrisa en su rostro.

—Entonces, Kook, ¿Eres del tipo que está al aire libre y corre de un lado a otro? —el hombre hizo el comentario aún con la sonrisa en su rostro, le extendió la libreta al pequeño niño y se inclinó para mirar el rostro inocente—. Entonces el hospital debe ser aburrido, ¿verdad?

Los ojos grandes del pequeño Kook miraron a los ojos claros del hombre y respondió rápidamente:

—Sí... Me meto en problemas solo por correr en el pasillo. —El pequeño se quejó sin miramientos.

El hombre soltó una carcajada larga al escuchar las quejas del menor.

—Tienes demasiada energía. ¿Quieres salir al jardín conmigo?

El rostro pálido y ceniciento del niño se iluminó en una sonrisa de dientes de leche, sus ojos oscuros brillaron y sus mejillas rechonchas se colorearon de vida, su tono al responder fue chillón:

—¡¿Enserio?!

El hombre de bata blanca asintió con la cabeza y le sonrió suavemente, pareciendo sincero y amable.

El recuerdo del rostro del hombre hizo que la cabeza de JungKook doliera un poco, punzando ligeramente, sus ojos se desorbitaron y de su boca se escapó un incrédulo:

—¡¿Qué?!

Varios recuerdos fragmentados y voces invadieron su cabeza de un solo tirón.

Una mano grande sosteniendo una mano pequeña con firmeza.

🅼ars [El Dios de la Guerra] 無。Kookv Donde viven las historias. Descúbrelo ahora